martes, 22 de marzo de 2011

Sobre la insatisfacción en tu vida diaria (en el amor, en la sexualidad, en lo laboral, etc.)

(Respuesta a una amiga)
La insatisfacción es una condición del alma, de la psique, y de la personalidad, donde no se experimenta la Plenitud anhelada ni la Felicidad buscada. Es la clara condición no sólo del no-logro de la satisfacción de los deseos y necesidades de déficit, sino, más profundamente, la realidad de la desconexión con el Ser-que-se-Es. No se trata de las condiciones externas, sino de una condición interna. Y es allí donde Ayn Rand, así como Osho y otros, nos revelan el peligro de vivir en función de los deseos y las necesidades de otros. Cada cual ha de proveerse de aquello que le brinda la Satisfacción Plena y la Felicidad (no son exactamente equivalentes). Ello no descarta ayudar a otros, como lo hacía Gotama el Buda, CristoJesús o la Madre Teresa de Calcuta. Y todos ellos vivían en completa Satisfacción y Felicidad! Por ello Ayn Rand expresa que la principal responsabilidad ética de cada cual es alcanzar la felicidad. Y alcanzarlas no significa la parálisis, como erróneamente creen mucho, incluso Rafaél López-Pedraza (psicólogo arquetipal). Como muestra Abraham Maslow con sus estudios de personas autorrealizadas, vivir desde el Ser es experimentar la Plenitud y la Necesidad (no de déficit, sino de lo que desde la Plenitud nos urge hacer en nuestra vida y el mundo) de realizarnos, de materializar nuestro Destino, que puede ser, para algunos, de Servicio directo a otros, de sanación y demás. Pero no es servir desde la carencia y la lástima, desde una incondicionalidad que refleja una devoción sin sabiduría, o una ideología hueca, epidérmico revestimiento de antivalores vitales. Como dijo CristoJesús: "No echéis las perlas a los cerdos". Y mira que hay muchos "memes" (códigos culturales transmitidos de una generación a otra) y muchos cerdos que te empujan subrepticiamente a que entregues tus frutos e incluso el árbol a diestra y siniestra! ¡Craso error!
La insatisfacción es clara indicación, entonces, de que algo no funciona bien, que estamos actuando desde referentes erróneos, con pautas equivocadas, o en relaciones disfuncionales: en la relación de pareja, en el ámbito familiar, en el espacio laboral, etc. Estamos insatisfechos porque estamos divididos, no integrados, y descentrados, no viviendo desde el Centro que es nuestro Ser auténtico.

La insatisfacción cumple la función de empujarnos, en el funcionamiento mecánico, reactivo, de nuestra personalidad, a un "más allá": Como diría un personaje de "Toy History": "¡¡al infinito y más allá!!" Y es muy cierto! Por ello, bendita sea la insatisfacción que nos hace sentir que no es suficiente con lo que vivimos y tenemos, que nos empuja a alcanzar la verdadera Satisfacción que yace en "Lo Infinito"! ¡A transfinitarse entonces, amiga, como nos invitó Juan David García Bacca! ¡A transfinitarse!

Por ello, querida amiga, es conveniente concientizar y superar esos aspectos de nuestra oscuridad particular -no la situación o cosas de los demás- que te arrastran una y otra vez a la insatisfacción, y que forman parte de nuestro inconsciente colectivo nacional y planetario. Esos aspectos energéticos, emocionales, mentales, arquetipales, etc., conscientes e inconscientes, personales y colectivos. ¿Cómo brindar a otros lo que no hemos integrado?
¿Cómo estamos en la conexión con la Plenitud de nuestro Ser? ¿Realizándola esporádicamente? ¿O permanentemente? ¿O "ni pendiente", como decimos acá? La respuesta positiva a la tercera preguntar implica vivir en la Matriz Divina; la respuesta positiva a la última implica vivir en la Matrix, ¿como parece ocurrirle a muchos?

Tras el vivir y el soñar,

está lo que más importa:
despertar.


Antonio Machado
Proverbios y Cantares
Poesías Completas


Wladimir Oropeza
Psicólogo / Asesor Vocacional


1) Abraham Maslow. El Hombre Autorrealizado.
2) Juan David García Bacca. Sobre virtudes y vicios.


Principio del formulario
Por eso amanecí hoy depurándome.. Es un proceso duro enfrentar los propios monstruos y nuestras propias carencias, pero como te dije, es parte de crecer. Soy humana, no soy perfecta, pero quiero y debo hacerlo lo mejor posible. Gracias una vez más. Nos debemos un café, un abrazo y un reencuentro. Las palabras escritas, suelen ser muy claras, pero muchas veces la interpretación que se les da no es la correcta, así que si esto es un regaño prefiero que me lo hagas de frente. ¡Así que cuadra tus tiempos, que yo próximamente lo tendré más libre...

06 de marzo de 2010 a las 13:06 a través de Facebook móvil ·
Wladimir Oropeza Ja, ja, ja! Es un recordatorio amoroso, querida Martha, de cosas que olvidamos en la noria de insatisfacciones que a veces nos retornan. Y es cierto! Es duro enfrentar los propios monstruos y las formas que asumen nuestras carencias y sus emociones concomitantes! Un abrazo! E incluye a Marco, junto con Pedro!

06 de marzo de 2010 a las 13:33 ·
Me gusta mucho lo que dices acerca de que la principal responsabilidad ética es la felicidad. A mi me gusta decir que la felicidad es el estado natural del Alma. La felicidad, diferente a la alegría, es permanente, puedes estar en ella cuando lo decidas, aunque a veces también requieres de fe para conectarte a ella y aprender a vivir con tu propio silencio y tu estado presente.
Suelo conversar acercar de la felicidad con mis clientes, y les digo que la felicidad ya está en ellos, que las emociones vienen y se van, igual que los pensamientos, pero que la felicidad es ya una condición permanente relacionada al amor propio y a la conexión con su propia espiritualidad o con su corazón místico.

Yongey Mingyur Rinpoche, escribió un libro que habla sobre este tema de la felicidad: "La alegría de la Vida", es un hermoso libro que profundiza en la naturaleza de la felicidad y en la emociones. Es de tradición budista tibetana aunque muy adaptado a nuestra realidad occidental. Te lo recomiendo ampliamente.

Acerca de la insatisfacción, debemos conversar más. La observo como parte de la naturaleza del ego, insatisfecho permanentemente por obtener aquello que no puede ser sino del alma, o quizás sólo del ego que se sublima al alma.

Te agradezco que toques estos temas, que mucha gente piensa que pertenecen al ámbito religioso o místico o que están alejados de la vida cotidiana. Aunque en realidad son miles las personas que en privado desarrollan practicas que llevan a reconocer este estado de felicidad, tanto en procesos de meditación como de construcción de negocios, hacer política, trabajo social, etc. En caso todos los procesos de consultoría de desarrollo humano este es un tópico que se trabaja.

Un abrazo


Marco, excelente tu comentario. Gracias en verdad!

Diferencio lo religioso (como patrones de creencias meramente mentales y de rituales vacíos, ajustados a los dictámenes de un grupo religioso) de lo espiritual o lo místico (vivencia individual, directa, de Lo Sagrado, Lo Infinito). Entiendo que por haberse metido en un saco, en el pensamiento Moderno y más aun en el Posmoderno, lo religioso y lo místico, dices que son cosas que no pertenecen al ámbito místico. Son experiencias místicas que no requieren llevar una vida al estilo de muchos místicos (y esto es otra cosa): aislada del mundo, en actitud de renuncia del mundo, etc. No comparto este modelo de espiritualidad eremita como modelo universal, porque la idea es individualizar el Self (Jung) o realizar el Ser (Maslow) en este mundo, en nuestra vida cotidiana. Traer el reino de los Cielos al mundo terrenal.

Los psicólogos que mencioné incorporan estos tópicos a su concepción del hombre y de la vida, ni qué decir de otros psicólogos o psiquiatras transpersonales (por ejemplo, Stanislav Grof, Ken Wilber).

Lo espiritual no se opone a lo material, como nos quisieron hacer entender desde hace siglo. Ello es un error. La felicidad la coloco a nivel del Espíritu, por encima del Alma, ya que ésta vive todavía en el reino de las polaridades. El Alma experimenta la dicha, además de otros estados: estados que pueden ir desde lo infernal a lo celestial. Todo depende de qué tanto esté fusionada con el Espíritu o el Ser, que vive en un nivel donde las polaridades están trascendidas. (Ver Trigueirinho o a Sri Aurobindo, como una de tantas referencias)

Estas son cosas que considero es conveniente difundirlas en cierto grado, sobre aquellos que tienen interés de establecer una visión que anula o desconoce lo espiritual (hay personas que están negadas como Ayn Rand, no compartiendo en esto su posición a pesar de valorizar en ella otros aspectos, u otras que incluso odian el tema y a quienes hablan de ello, como los neopositivas o los cientificistas o los declaradamente ateos antirreligiosos).

Y coincido con Marco de nuevo: la insatisfacción es condición característica del ego, emoción transfinitadora en última instancia, porque empuja al "más allá" que "nos conviene" anclar en el "más acá", y así vivir desde niveles de conciencia más elevados, habiendo superado el propio bien y el propio mal, habiendo superado las polaridades en los planos internos.

Toda una época: El Renacimiento y la Modernidad, rechazaron lo espiritual o místico por considerarlo irracional, oscuro, dogmático e ideológico. Y el error estuvo en no saber diferenciar la paja del trigo. Ahora lo espiritual retorna para ser reincorporado en nuestra vida particular. Que cada quien encuentre su propio camino y descubra "su" Ser, si Destino, la sanación, la felicidad, muy a pesar de los prejuicios que todavían existen en nuestra cultura y momento histórico.

Me alegra de escuchar que en las consultorías organizacionales o individuales tocas esos temas. Ya la PNL los ha incorporado a su enfoque, incluso. Pero los ámbitos académicos, incluso las escuelas de psicología, son reacios a ello.

Gracias hermano del alma!

viernes, 18 de marzo de 2011

Sobre la “Metafísica del Sexo”

Una mirada transcendental, más allá de la visión profana y lírica del sexo y el amor.

Para aquellos que quieran ampliar, aunque sea un poco, su visión, su concepción sobre el sexo y sobre el amor... Les presento un texto de Julios Evola, al cual añado unas imágenes y unos brevísimos comentarios entre corchetes.

¡Que lo disfruten!

Wladimir Oropeza
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[Hasta ahora en general hemos conocido una visión fragmentaria, dividida y limitada de la sexualidad. En occidente creemos que la vivencia profana, cotidiana de nuestra sexualidad es toda la sexualidad posible. Y así mismo del amor. Incluso el saber que científicamente hemos atesorado respecto a la sexualidad –en los diversos campos antropológicos, sociales, psicológicos y psicoanalíticos, con excepciones de algunas personas, estigmatizadas por sus descubrimientos y luego olvidadas- concibe, reflejando nuestra división y limitación experiencial e ignorancia vital, que la sexualidad carece de toda dimensión transcendental, metafísica.]

Esto vale también, en gran medida, para los autores de ayer y de hoy que han tratado del amor más que específicamente del sexo. Se han limitado esencialmente al plano psicológico y a un análisis genérico de los sentimientos. Incluso lo que han publicado al respecto algunos autores como Stendhal, Bourget, Balzac, Soloviev o Lawrence atañe bien poco a los significados más profundos del sexo. Por lo demás, la referencia al «amor» —dado lo que en nuestros días se entiende generalmente por este término, y también a causa del desfase de tipo sobre todo sentimental y romántico que la experiencia ha sufrido en la mayoría de las personas— no podía dejar de crear un equívoco, ni dejar de restringir la búsqueda a un marco limitado y más bien banal. Sólo aquí y allá, y casi diríamos que por casualidad, alguien se ha acercado a lo que tiene que ver con la dimensión profunda, o dimensión metafísica, del amor, en su relación con el sexo.

Éxtasis de Santa Teresa (Bernini).
En su expresión es patente la equivalencia entre goce místico
o espiritual y goce sexual. (Ver obra similar más abajo)
Pero en este estudio la palabra «metafísica» se entenderá igualmente en otro sentido, que no carece de relación con su etimología, puesto que la «metafísica» designa en sentido literal la ciencia de lo que va más allá de lo físico. Este «más allá del plano físico», sin embargo, no remitirá a conceptos abstractos o a ideas filosóficas, sino a lo que como posibilidad de experiencia no sólo física, como experiencia transpsicológica y transfisiológica, resulta de una doctrina de los estados múltiples del ser, de una antropología que no se detiene, como la de los tiempos más recientes, en el simple binomio alma-cuerpo, y que conoce en cambio modalidades «sutiles» e incluso trascendentes de la conciencia humana. Este tipo de conocimiento, terreno desconocido para la mayoría de nuestros contemporáneos, forma parte integrante de las antiguas disciplinas y tradiciones de los pueblos más diversos.

Éxtasis de Santa Ludovica (Bernini)
De él obtendremos, pues, puntos de referencia para una metafísica del sexo entendida en el segundo sentido de la expresión: para delimitar todo aquello que, en la experiencia del sexo y del amor, conduce a un cambio de nivel de la conciencia corriente, «física», y a veces incluso a cierta superación de los condicionamientos del yo individual y al afloramiento o inserción momentánea, en la conciencia, de modos de ser de carácter profundo.

Que en toda experiencia intensa del eros se establece un ritmo distinto, que hay una corriente distinta que impregna y que transporta, o que suspende, las facultades corrientes del individuo humano, que se producen aberturas a un mundo distinto, todo eso es algo que se ha sabido o presentido desde siempre. Pero en aquellos que son los sujetos de esa experiencia falta casi siempre una sensibilidad sutil suficientemente desarrollada para poder captar algo más que las emociones y sensaciones que los sobrecogen; no tienen ninguna base para orientarse cuando se producen los cambios de nivel de que hemos hablado.

Por otra parte, a los que convierten la experiencia sexual en estudio científico, refiriéndose para ello a otros y no a ellos mismos, no se les presentan las cosas más favorablemente en lo que se refiere a una metafísica del sexo comprendida en ese segundo sentido particular. Las ciencias que están en condiciones de proporcionar referencias adecuadas para explorar esas dimensiones potenciales de la experiencia del eros se han perdido casi del todo. Por eso han faltado los conocimientos necesarios para definir, en términos de realidad, los contenidos posibles de lo que habitualmente se vive de manera «irrealista» al reducir lo no humano a la exaltación de ciertas formas puramente humanas como la pasión y el sentimiento: simple poesía, lirismo, romanticismo idealizante y cursilería de todas las cosas.

Estas observaciones se refieren al campo erótico que podemos llamar profano, que es prácticamente el único que conocen el hombre y la mujer del Occidente moderno, y también el único que tienen en consideración los psicólogos y los sexólogos de nuestros días. Cuando modifiquemos los significados más profundos que se esconden en el amor en general e incluso en el acto crudo que lo expresa y lo realiza …, tal vez la mayoría de los lectores no se reconozcan en todo ello y piensen que no se trata más que de interpretaciones completamente personales, imaginarias y arbitrarias, abstrusas y «herméticas».

Eros y Psique.
En el cuento de Apuleyo hay una clara
manifestación de la dimensión oculta,
transpersonal y sagrada de la relación
entre la Psique, el Amor (Eros) y la
Sexualidad (Venus o Afrodita), relación
que se encuentra ausente en las
experiencias de las mayorías de las
 personas.
Las cosas sólo tendrán esta apariencia para los que consideren absoluto lo que por regla general observan en nuestros días a su alrededor, o bien lo que experimentan ellos mismos. El mundo del eros, sin embargo, no ha comenzado en nuestra época, y no hay más que referirse a la historia, a la etnología, a la historia de las religiones, a la sabiduría de los Misterios, al folklore y a la mitología para darse cuenta de que hay formas del eros y de la experiencia sexual en las que se reconocieron e integraron unas posibilidades más profundas, y en las que se ponían suficientemente de relieve unos significados de orden transfisiológico y transpsicológico como los antes citados. Este tipo de referencias, bien establecidas y unánimes en las tradiciones de civilizaciones sin embargo muy distintas, permitirán rechazar la idea que pretende que la metafísica del sexo es un simple capricho. Lo que hay que concluir es otra cosa: habrá que decir más bien que, como por atrofia, algunos aspectos del eros han pasado a estado latente, se han vuelto indiscernibles en la aplastante mayoría de los casos y que de ellos no quedan, en el amor sexual corriente, más que rastros e indicios. De modo que, para poder ponerlos de relieve, hace falta una integración, un proceso análogo al que en las matemáticas representa el paso de la diferencial a la integral. En efecto, no es verosímil creer que en las formas antiguas del eros, a menudo sagradas o iniciáticas, hay algo inventado o añadido que no existía en absoluto en la correspondiente experiencia amorosa; no es verosímil pensar que se hacía de esta experiencia un uso para el que no se prestaba en modo alguno, ni siquiera virtualmente y en principio. Mucho más verosímil es que esa experiencia, a lo largo de las épocas, en cierto sentido se ha ido degradando, empobreciendo, ensombreciendo o perdiendo profundidad en la gran mayoría de hombres y mujeres pertenecientes a un ciclo de civilización esencialmente orientado a la materialidad.

Se ha dicho con mucha razón que «el hecho de que la humanidad haga el amor como lo hace más o menos todo, o sea estúpida e inconscientemente, no impide que el misterio siga conservando toda su dignidad». Carece de sentido, por lo demás, objetar que ciertas posibilidades y ciertos significados del eros no se han observado más que en casos excepcionales. Son precisamente esas excepciones de hoy (que además hay que referir a lo que en otro tiempo tenía un carácter claramente menos esporádico) las que proporcionan la clave para comprender el contenido potencial, profundo e inconsciente, incluso de lo profano y de lo no excepcional. Aunque en el fondo sólo se refiere a las variedades de una pasión de tipo profano y natural, tiene razón Mauclair cuando dice: «En el amor se llevan a cabo los gestos sin reflexionar, y su misterio sólo es claro para una ínfima minoría de seres... En la masa innumerable de seres de rostro humano hay muy pocos hombres: y de entre esta selección hay muy pocos que penetren el significado del amor».  Aquí, como en cualquier otro ámbito, el criterio estadístico no tiene ningún valor. Podemos dejarlo para métodos triviales como el empleado por Kinsey en sus famosos informes sobre el «comportamiento sexual del macho y la hembra de la especie humana». En un estudio como el nuestro, es la excepción lo que tiene valor de «regla», en el sentido superior del término.

[Para un abordaje del amor y del sexo que no lleve a su dimensión metafísica requerimos partir de la experiencia cotidiana, profana, para rescatar en ella los indicios que apunta a un “más allá” de lo estadísticamente cotidiano.]

Tristán e Isolda.
Esta historia, antecesora de Romeo y Julieta,
marcaría el predominio de la visión dramática y
trágica del amor, sin los componentes místicos
o sagrados, contenidos en Eros y Psique.
También en lo que se refiere a la fenomenología del amor profano, pueden recogerse otros materiales en novelistas y dramaturgos: es sabido que en la época moderna sus obras tienen por tema casi exclusivo el amor y el sexo. Por regla general, esta producción puede tener también cierto valor de testimonio, de «documento humano», porque la materia prima de la creación artística está constituida habitualmente por una experiencia personal efectivamente vivida, o al menos tendencial. Y lo que además presenta para merecer el nombre de arte -en lo que hace sentir, decir o hacer a los distintos personajes— no siempre se reduce a la ficción y la imaginación, sino que por el contrario puede tratarse de integraciones, de amplificaciones e intensificaciones en las que se ilumina claramente lo que en la realidad —en la experiencia personal del autor o de otros individuos— se ha presentado de manera solamente incompleta, muda, o a modo de conato. Pueden buscarse, pues, en el arte y la novela, materiales suplementarios que hay que considerar objetivos y que a menudo conciernen a formas ya diferenciadas del eros.

Pero la búsqueda de materiales tropieza con dificultades particulares cuando se trata de datos que se refieren a un ámbito importante para nuestro estudio, que es el campo de los estados que se manifiestan durante el apogeo de la experiencia erótico-sexual, durante el acoplamiento. La literatura, en este caso, no ofrece demasiado. Hasta hace poco había el veto del puritanismo. Pero incluso en las novelas modernas más atrevidas predominan lo trivial y lo vulgar sobre la materia que podría resultar utilizable para lo que aquí nos interesa.

De la propia literatura pornográfica clandestina se puede sacar bien poco. Fabricada esencialmente para excitar a los lectores, es terriblemente pobre en lo que se refiere, no a los hechos y escenas descritas, sirio a las correspondientes experiencias interiores: cosa lógica por otra parte, pues esta literatura está generalmente privada de toda autenticidad.

En cuanto a la posibilidad de recoger materiales directamente, se encuentra aquí una doble dificultad, subjetiva y objetiva. Subjetiva porque, no ya con extraños, sino con la propia pareja masculina o femenina se rehúye hablar con exactitud ý sinceridad de lo que se experimenta en las fases más exaltadas de la intimidad corporal. Y dificultad objetiva porque esas fases corresponden muy a menudo a formas de conciencia reducida (y es lógico que sea así en la mayoría de las personas), hasta el punto de que cabe que no se recuerde lo que se ha sentido, y ni siquiera lo que se ha dicho o hecho en esos momentos, cuando éstos se desarrollan en sus formas más interesantes. Hemos podido constatar, precisamente, que los momentos cumbres de la sexualidad, extáticos o frenéticos, suelen coincidir con interrupciones más o menos profundas de la conciencia en los amantes, de donde éstos vuelven en sí como vaciados; o bien lo que es pura sensación o emoción paroxística termina por confundirlo todo.

Gracias a su profesión, los neurólogos y los ginecólogos se encuentran teóricamente en una situación muy favorable para reunir materiales útiles, si supiesen cómo orientarse y se interesasen por este campo. Pero no es este el caso. Con extremo buen gusto, la escuela positivista del siglo pasado llegó a publicar fotografías de órganos genitales femeninos para establecer peregrinas correspondencias entre mujeres delincuentes, prostitutas y mujeres de las poblaciones salvajes. Pero presentar una colección de testimonios de tipo introspectivo sobre la experiencia interior del sexo parece no tener ningún interés para ellos. Por lo demás, cuando en este campo intervienen pretensiones científicas, «sexológicas», los resultados suelen dar en general muestras de una incompetencia más bien grotesca: y es que aquí, como en otros campos, la condición previa para comprender una experiencia es conocerla ya personalmente de manera adecuada. Havelock Ellis ha destacado con razón que «las mujeres que, muy seña y muy sinceramente, escriben libros sobre estos problemas [sexuales] son a menudo las últimas a las que habría que dirigirse como individuos representativos de su sexo: las que más saben son las que menos han escrito». Diremos más: las que más saben son las que no han escrito nada en absoluto, y la cosa, naturalmente, vale también en gran medida para los hombres.

Venus (Afrodita) junto a su hijo Eros (Cupido o Amor).
La condena religiosa de la sexualidad y la concepción
 moderna con su secularización, contribuirán al divorcio
de esta pareja en la mentalidad humana, sumándose luego
el psicoanálisis y las ciencias al negar su dimensión sagrada.
Finalmente, en cuanto al ámbito del eros profano, debemos repetir que la disciplina que más recientemente ha hecho del sexo y de la libido una especie de idea fija, o sea el psicoanálisis, no nos interesará demasiado debido a los objetivos de este estudio. Solo podrá ofrecemos indicaciones útiles de manera episódica. Por regla general, sus investigaciones se han visto falseadas desde el punto de partida por sus propios prejuicios y por su concepción absolutamente desviada y contaminadora del ser humano. Incluso puede decirse que precisamente porque hoy el psicoanálisis, mediante una inversión casi demoníaca, ha puesto de relieve una primordialidad infrapersonal del sexo, hay que oponerle otra primordialidad, metafísica, de la cual es degradación la primera…

[En el psicoanálisis se considera que el hombre no puede ir más allá del goce sexual castrado de plenitud, porque el hombre está atravesado por una falta-en-ser constitutiva. A lo sumo hablan de un goce-Otro de la mujer, para quedar simplemente en la pura aspiración de la pronunciación del significante faltante, en la “fantasía omnipotente del goce absoluto”.]

Todo esto, pues, en el ámbito de la sexualidad corriente, diferenciada o no, la cual, como se ha dicho, no debe identificarse sin más con toda sexualidad posible. Hay en efecto otro ámbito, mucho más importante para nosotros, que es el que corresponde a las tradiciones que han conocido una sacralización del sexo, un uso mágico, sagrado, ritual o místico de la unión sexual e incluso de la orgía, a veces en formas colectivas e institucionalizadas (fiestas estacionales, prostitución sagrada, hierogamias, etc.). Los materiales de que hemos dispuesto a este respecto son bastante extensos; su carácter retrospectivo nada quita a su valor. También aquí todo depende de la posesión o no posesión de los conocimientos adecuados para proceder a una interpretación justa sin considerar todos esos testimonios como lo hacen prácticamente sin excepción los historiadores de las religiones y los etnólogos: es decir, con el mismo interés «neutro» que puede experimentarse por objetos de museo.

Los Amantes (Alex Grey).
Una clara manifestación pictórica de las
energías y fuerzas involucradas en la
manifestación transcendental del erotismo.
Este segundo campo, con su fenomenología referida a una sexualidad que ya no es profana, admite a su vez una división que puede hacerse corresponder con la que existe entre exoterismo y esoterismo, costumbres corrientes y doctrina secreta. Si dejamos de lado ciertas formas de práctica sexual, las más conocidas de las cuales son el dionisismo y el tantrismo populares así como los diversos cultos eróticos, ha habido medios que no solo han reconocido la dimensión más profunda del sexo, sino que han formulado técnicas a menudo dotadas de finalidades clara y expresamente iniciáticas: se ha considerado un régimen particular de la unión sexual que podía conducir a formas particulares de éxtasis y que permitían vivir anticipadamente la experiencia de lo incondicionado. Existe documentación referida este campo especial, y aquí la concordancia bastante visible de la doctrina y los métodos, en las distintas tradiciones, es muy significativa.

Considerando estos distintos ámbitos como partes de un todo que se completan y se esclarecen recíprocamente, la realidad y el sentido de una metafísica del sexo quedarán suficientemente claros. Lo que habitualmente los seres humanos sólo conocen cuando se sienten atraídos el uno por el otro, cuando se aman y se unen, será restituido al conjunto más vasto, del que todo ello forma parte principalmente.

El Rapto de Psique (por Eros)
[Con esto tal vez se encienda la llama de la curiosidad y abras tu mente (tu Psique) a la búsqueda de esa dimensión transcendental, metafísica, sagrada, de tu sexualidad, y su correlato el amor-del-Ser (el Eros Sagrado), permitiendo en ti el rapto descrito por Apuleyo en su "Cuento de Eros y Psique" contenido en la "Metamorfosis", y cinematográficamente ilustrado en la película "El lado oscuro del corazón" (el hombre que contra todo condicionamiento cultural, busca a "la mujer que vuela", para poder volar con ella, y expandir su alma más allá de las fronteras humanas conocidas en la fusión sexual-amatoria). De esta manera se saldría de la acumulación de frustraciones y sinsabores eróticos-amorosos que arrastramos de una relación a otra, o, ¿peor aún?, dejaríamos de ser seres resignados a un goce limitado, el sexo profano, que la mayoría considera como el único disfrute erótico fragmentario posible para sí mismo: vida erótica de zombi, programada por la matrix cultural.]




[Continuará...]

jueves, 10 de marzo de 2011

La actitud justa para afrontar las adversidades

Muchas veces atravesamos circunstancias difíciles: de salud, económicas, sentimentales, familiares, laborales, espirituales... Y generalmente no nos detenemos a concientizar si nuestra actitud ante la adversidad es la más justa para con nosotros mismos, si es la más coherente en relación con lo que queremos obtener. Y ocurre muchas veces que pensamos: "¡Dios (o como llames a Lo Supremo) no me escucha!", cuando más bien es que no estamos ubicados en sostener un diálogo desde nuestra Alma o Psique. Y entonces, ¿cómo vamos a pretender que se nos escuche, si no hablamos u oramos desde lo más profundo de nosotros, en conexión con nuestro Ser?
Les presento un pequeño escrito de La Madre, una discípula del Maestro Sri Aurobindo, quien nos habla sobre esta actitud justa.


Wladimir Oropeza H.
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Si, en presencia de circunstancias que van a desarrollarse, puedes adoptar la actitud más elevada posible, es decir si ponéis vuestra consciencia en contacto con la consciencia más elevada a la que tengáis acceso, podéis estar seguros que os sucederá, en este caso, lo mejor que os puede llegar a suceder. Pero tan pronto volvéis a caer de esta consciencia a un estado inferior, entonces lo que os suceda, evidentemente, no será lo mejor que os pudiera suceder, por la simple razón de que no estáis en vuestro mejor estado de consciencia… Incluso podría afirmar que en la zona de influencia inmediata de cada uno, la actitud justa no solamente tiene el poder de hacer que todas las circunstancias vayan a su favor, sino que hasta puede hacer que las mismas circunstancias cambien. Por ejemplo, si un individuo viene para mataros y permanecéis en la consciencia ordinaria, si tenéis miedo y perdéis la cabeza, seguramente logrará su propósito. Si eleváis un poco más arriba vuestra consciencia y, a pesar de vuestro miedo, apeláis a la ayuda divina, puede que este hombre no os alcance o sólo os hiera ligeramente. Pero si mantenéis la actitud justa y la plena consciencia de la presencia divina por todas partes a vuestro alrededor, no podrá siquiera levantar un dedo contra vosotros.
He visto innumerables ejemplos del poder de la actitud justa. He visto muchedumbres salvarse de una catástrofe porque una sola persona mantenía la actitud justa. Pero esta actitud justa no debe quedarse en lo alto mientras el resto del cuerpo es abandonado a sus reacciones habituales. Si permanecéis en las alturas diciendo: “Que se haga la voluntad de Dios”, os arriesgáis a que os maten, porque vuestro cuerpo que está temblando de miedo no es quizás del todo divino. Hay que poder mantener la consciencia verdadera hasta en el propio cuerpo y no tener el menor miedo, hay que estar lleno de la paz divina. Entonces, verdaderamente, no hay peligro. No sólo podréis parar los ataques de los hombres, también podréis actuar sobre los animales e incluso sobre los elementos.

La Madre
Suplemento Sri Aurobindo, Marzo 2011