martes, 20 de diciembre de 2016

MOANA Y EL VIAJE DEL HÉROE, AL ENCUENTRO DE SU VOCACIÓN

Los invito a apreciar y degustar está película desde un aspecto central en la óptica de la psicología jungiana y la psicología arquetipal: el "Viaje del Héroe" que llega a cabo Moana, que tiene como tema central el reconocimiento de la vocación como "llamada" del Sí-mismo (que puede experimentarse como el Todo-psique —el alma— o Todo-espíritu —el espíritu primordial o mónada— o Todo-divinidad —es decir, Dios-en-nosotros—, que son tres niveles de nuestro Self o Ser superior) o revelación del "propósito", además de la concientización de los dones (poderes, talentos, virtudes, fortalezas) y las heridas, para reconocerte en tu Aspecto de Eternidad (Cielo Espiritual) a realizar en la Tierra.

En el "Viaje del Héroe" (siguiendo las distintas fases que encontró Joseph Campbell en su libro "El héroe de las Mil Caras") está la etapa de "encontrar a los guardianes" —luego de la primera escucha de la Llamada, de su rechazo inicial y de cruzar el umbral e iniciar ya el viaje (primeras tres fases)—, es decir, se cuenta con la ayuda de diversos mentores (como el rey Erudición o el centauro Quirón para Hércules, Obi-Wan Kenobi o Yoda para Luke Skywalker en "Guerra de las Galaxias", y Morfeo o la Pitonisa para Neo en "Matrix"), daimon o genios o un ángel guardián o espíritu guía (algunos pueden asumir formas mitológicas de "aliados de poder" como animales) o una divinidad guía, que pueden encarnar figuras arquetípicas.

Para realizar este "llamado" podemos recibir incitación y ayuda también a través de "seres elementales" (seres ligados a los Elementos: en este caso, el mar mismo o Elemento Agua, asociado con las emociones) o a través de nuestros ancestros, como es el caso de Moana, ya que su abuela es quien la orienta a asumir su Vocación o Destino, contra el condicionamiento limitador de la Matrix sociocultural que establece linderos o prohibiciones que no se han de traspasar. Entonces, la abuela de Moana cumple está función de guardián o ángel guardián de la línea de los ancestros que la ayuda en el camino cuando Moana lo requiere en las distintas etapas del Viaje del Héroe.

Es de destacar una de las ayudas de la abuela cuando aparece como "aliado de poder" del Elemento Agua —una mantarraya—: en el momento cuando Moana experimenta el "complejo de Jonás". Como Jonás que llegó a sentir miedo de ser incapaz de realizar el llamado de Dios, Moana siente miedo de no tener lo que se requiere para llevar a cabo una de las pruebas para cumplir su destino, justamente cuando la abandona el semidiós Maui. La abuela asiste a Moana y la reconecta con su "Propósito" a través de un canto (así como hacen algunas tribus africanas).

Maui podemos considerarlo tanto un guardián semidivino como una manifestación del arquetipo de la polaridad masculina (el Ánimus, según Jung) de Moana, que yace en su Sombra (dimensión inconsciente o desconocida de toda persona). De Maui justamente obtendrá una serie de aprendizajes (en la manifestación que éste hace de valores positivos y negativos, socialmente hablando) a través de varias confrontaciones que tienen a lo largo de la historia, llevando a cabo Moana integraciones de polaridades que suman recursos para alcanzar su meta. Tanto Moana como Maui se ven transformados con sus interrelaciones, y ello en buena medida es reflejo de una de las etapas más difíciles del "Viaje del Héroe": la confrontación con la Sombra.

En esta etapa (algunas de estas etapas pueden darse de forma simultánea) nos podemos ver enfrentados con demonios que bloquean la continuación o logro del "Viaje del Héroe". Esto acontece mayormente al tener que enfrentar al demonio de lava, para lo cual Moana usará tanto sus talentos y virtudes femeninas y masculinas ya integradas, generándose una transformación final por virtud de un ingrediente central: el Amor. Moana toma conciencia de un hecho: toda Divinidad incluso tiene una manifestación polar (como se ejemplifica con la Venus Celestial o Urania y la Venus Pandemos o Terrenal) y es por la aceptación de lo terrorífico a través del Amor que puede darse una integración y superación de la división.

Quiero reiterar que Moana refleja una estructura arquetípica presente en muchos mitos existentes en las diversas culturas y que ha sido llamado, como ya saben, "Viaje del Héroe", donde podemos tomar conciencia que se nos presentan un conjunto de personajes o seres que reflejan la estructura interna del "Ser humano": ese Ser multidimensional que somos, que abarcamos desde lo biológico, lo psicológico y sociocultural, hasta lo espiritual (alma, espíritu, Divinidad y Dios-en-nosotros), como diversos elementos y núcleos de conciencia que habitan en nuestro interior y que se pueden manifestar a través de diversos "estados no ordinarios de conciencia" para cumplir su función en nuestro particular "Viaje del Héroe". Moana, así como el exquisito cuento de "Eros y Psique", nos revelan la importancia de permitirnos conectar con lo espiritual y divino en nosotros para el logro de nuestro Destino o Vocación, y del Amor como Valor-del-Ser que nos permite superar límites internos que tienen su contrapartida en el mundo externo.

¿Cuál es tu "Viaje del Héroe" a vivir y a realizar en tu Vida? ¿Qué retos busca tu Ser afrontar, y que tus ancestros no lograron resolver? ¿Qué necesitas reconocer y resolver de tu Sombra para afrontar este viaje? ¿Cuál es el Propósito que tu alma, espíritu o divinidad busca realizar en tu vida, qie te lleva a realizar este viaje para manifestarse y que seas feliz? ¿O andas viviendo distraído, limitado o adormilado por los entretenimientos, sueños, valores y convenciones de la Matrix? Ve Moana para inspirarte o vuélvela a ver desde esta óptica y reflexiones sobre lo mucho que tiene que ver con tu vida: la Pasión y Talentos, Dones y Virtudes, Sombra y autoboicots inconscientes, en fin, con la Vocación y Destino de tu vida, del Ser que tú eres!

Wladimir Oropeza Hernández

Psicólogo clínico y

Vocacional

Caracas, 20 de Diciembre de 2016

lunes, 24 de marzo de 2014

FELICIDAD Y SUEÑO DE VIDA: DESEOS DEL EGO / ANHELOS DEL ALMA



Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa.
Adivínala.
   Antonio Machado

Hoy en día se ha puesto en el tapete el tema de los sueños, yendo su significación desde los puros deseos del ego, ese núcleo de conciencia nuestro de la 3D, de nuestra Personalidad o Yo psicocorporal, los cuales con frecuencia están signados por los valores socioculturales: en nuestro caso, por el consumismo occidental. Ansiamos, sobre todo, tener bienes materiales (casa, carro, yate, etc.) y/o vivir lo que Seligman desde la Psicología Positiva llama "la vida placentera", centrada en generar emociones positivas desde una actitud hedónica, como cuando comemos un plato que consideramos suculento, un helado, escuchamos música, viajamos, deleitando a los sentidos y a nuestra emocionalidad con actividades de este tipo, entre otras.

Estos son aspectos positivos, porque contribuyen a incrementar en cierto grado los niveles de felicidad, como se ha evidenciado, pero en un estrecho margen, llegando a un punto en el cual la curva de crecimiento de la satisfacción vital llega a un tope. Además, hay elementos vitales de esta "vida placentera" que implican satisfacer las necesidades de los dos primeros escalones de la Pirámide de Necesidades de Maslow y que son importantes, al superar "estados de pobreza" (físico. emocional, mental...), que sí tienden a tener un alto grado de correlación con la infelicidad.

Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.
   Antonio Machado



La felicidad se incrementa significativamente cuando, de acuerdo a la Psicología Positiva, despertamos a la "vida comprometida" y la "vida Significativa", las que más agregan valor a la "Vida Plena" (que engloba a las tres "vidas" mencionadas) o "Bienestar Psicológico Subjetivo" como lo llaman otros psicólogos, comenzando a satisfacer necesidades de rango medio y superior de la Pirámide de Necesidades de Maslow. Este despertar a la "vida comprometida" consiste en concientizar y cultivar nuestras capacidades o "talentos", cultivándolos al inyectarles "conocimientos" y "destrezas", para transformarlos con estos elementos y una "práctica disciplinada" en "fortalezas" que, al aplicarlas en funciones laborales o profesiones adecuadas o propicias, vehiculizan las virtudes de nuestra Personalidad y nuestra Alma. Se llama comprometida porque implica una dedicación congruente en actividades apasionantes que nos permiten experimentar "experiencias óptimas" (llamadas de flujo -flow-) altamente gratificante, de ensimismamiento (hasta el punto de perder la noción de tiempo y a veces del espacio) y que en su grado máximo coinciden con experiencias místicas (cuando perdemos noción del ego y entramos en una campo de conciencia fluyendo con un Todo mayor).

Si vivir es bueno,
es mejor soñar,
y mejor que todo,
madre, despertar.
   Antonio Machado

Y mejor aún es "despertar" al nivel superior de la "necesidad de crecimiento" o metamotivación de la Pirámide de Maslow, llamado "autorrealización" (a la que posteriormente agregó un nivel superior de "autotrascendencia"). La autorrealización implica despertar a un nivel de "campo energético espiritual", el Ser donde subyacen nuestras potencialidades psicoespirituales en espera de materialización (llevar el Cielo a la Tierra): en ese espacio de "infinitas posibilidades" conectamos con talentos superiores y Valores-del-Ser que conllevan el entrar en procesos evolutivos, con cuyos recursos es propicia la ocasión de iluminar nuestra "Sombra" o lado inconsciente (donde se encuentran aspectos de nuestro ego o yo inferior que generan inercia o resistencia al cambio, e incluso algunos se oponen a ello) para superar las propias barreras psicológicas, actitudinales y energéticas inerciales.

Este ingreso en estos niveles con frecuencia conllevan la revisión de nuestra identidad y el contactar con una identidad más profunda, descubriendo núcleos de conciencia en nosotros más internos, que tradicionalmente hemos llamado Alma, uno, o Espíritu, otro más profundo todavía. Podemos experimentar la Voz de nuestra Consciencia más profunda, el Llamado (Vocación) a un tipo de actividad o vida particular, trazando una Misión-Visión de carácter trascendente, dando curso a la "vida significativa": llevar una vida centrada en la realización de los talentos de nuestro Espíritu y las Virtudes de nuestra Alma, a través de las Fortalezas de nuestra Personalidad, en función de una Misión de Vida ("Sueño") que va más allá de nuestro Ego y nos conecta a un Todo mayor para prestar un "servicio" focalizado o multidimensional, sea la familia, la comunidad o sociedad, la nación, el planeta, el cosmos, Dios... Recordando que este servicio ha de iniciar por ti mismo desde tu Sí-mismo: brindarte lo mejor de ti a ti mismo, creciendo en Amor, Sabiduría y Poder de Realización, manifestando los dones o talentos que "El Campo Cuántico de Consciencia Transpersonal" o Dios nos ha brindado (en nuestro Ser) para que los sembremos y obtengamos una cosecha placentera, gratificante y significativa, para cada uno de nosotros y los demás, en función del Sueño o Querer más profundo, el de nuestro Corazón o nuestra Alma.


¿Con qué nos levantamos todas las mañanas en la mente y en nuestro Corazón? ¿Qué realizamos en nuestro día a día? ¿Solamente los deseos socioculturales del ego? ¿O estos y más allá: los Sueños de nuestra Alma y el Propósito de nuestro Ser? ¿Qué promovemos en nuestra orientaciones: el seguir dormidos dentro del consumismo sociocultural solamente o además el despertar a los Valores-del-Ser, a las Virtudes y Talentos superiores de nuestro Ser?

domingo, 9 de marzo de 2014

SOBRE EL CUIDADO DEL ALMA Y LA VOCACIÓN (Orientación Vocacional desde la Psicología Transpersonal)



Respecto a la lectura del libro de Thomas Moore, "El Cuidado del Alma. Guía para el cultivo de lo profundo y lo sagrado en la vida cotidiana", rescato con este "mapa ideacional" varios de mis aprendizajes experienciales y meditativos, así como de estudios personales, sobre este punto, para compartirlos con otros vivenciadores-estudiosos del tema.

Tomemos en cuenta ciertos pensamientos de C.G. Jung:


 “En la estructura psíquica viviente nada sucede de un modo meramente mecánico, sino en relación con la economía del todo, referido al todo: tiene un objetivo y un sentido. Pero dado que la consciencia no posee nunca una visión panorámica del todo no puede generalmente comprender este sentido.

Jung, C.G. (2002). Recuerdos, sueños, pensamientos. Barcelona: Seix Barral. Pag. 290.

"Existe en el alma un proceso… independiente de las circunstancias exteriores, y que busca una meta."

Jung, C.G. (1944). Psicología y alquimia.

“…De toda mezcla e indistinción inconsciente nace una compulsión a ser y obrar como uno mismo no es. Por eso no puede el individuo entonces ni ser uno consigo mismo ni asumir responsabilidad por todo ello… Pero la desunificación consigo mismo es inclusive el estado neurótico e insoportable del cual uno quisiera librarse. Y la liberación de tal estado sólo se cumple si uno puede ser y obrar como siente que es.

[La persona]"...no es sino una máscara de la psique colectiva, una máscara que finge individualidad, haciendo creer a los demás y a uno mismo que es individual, cuando no constituye sino un papel representado donde la psique colectiva tiene la palabra."

El objetivo de la individuación no es otro que liberar al sí-mismo, por una parte de las falsas envolturas de la persona, y por otra de la fuerza sugestiva que ejercen las imágenes del inconsciente.”

Jung, C.G. (1990). Las relaciones entre el yo y el inconsciente. Barcelona: Paidós.Pag. 127, 50, 169.

Con todo lo anterior, me gustaría promover una reflexión sobre la vocación de vida (ya que la vocación no sólo es refiere al ámbito profesional/laboral) y de otro punto de vista desde el cual puede abordarse: la Psicología Jungiana y su hija, la Psicología Arquetipal, promovida por James Hillman y Rafael López-Pedraza (psicólogo jungiano cubano-venezolano), nos permite hacer una lectura desde la psique profunda de lo vocacional, que entronca con sabidurías antiguas y que recientemente han sido o están siendo rescatadas de los terrenos del olvido con la Psicología Transpersonal y otras "disciplinas". La labor del orientador puede ejercerse desde los linderos de la personalidad, entendida en términos psicosociales, pero puede abarcar aspectos muchos más profundos y transcendentales (el alma, el espíritu, la relación sentida o vivida con el Todo, con el cosmos, con Lo Sagrado) desde perspectivas transpersonales.

¿Cuál es nuestro nivel de consciencia no sólo intelectual, sino sensorial y afectiva de ser "un todo físico-químico-biológico-psicológico-social-cultural-ético-espiritual"? ¿Cuál es el sentido y objetivo de nuestra vida particular? ¿Es algo que se construye en su totalidad o es algo que en cierta medida descubrimos o que incluso en ocasiones se nos impone como una urgencia sentida de Ser de tal o cual manera? ¿Estamos consciente del propósito (telos) que vehiculiza nuestra alma? ¿Experimentamos ese "llamado" (vocación) como una "voz en sensación o sentimiento" o una "voz audible", tal como lo acontecía a Sócrates con su daimonio? ¿Hasta qué punto respondemos a la psicología colectiva o de masas y estamos, en inconsciencia, actuando parámetros genético-familiares y/o socioculturales, creyendo que estamos manifestando nuestra individualidad espiritual o Ser superior, siendo en última instancia más una "máscara social" (persona o personalidad social)? ¿En qué aspectos y grados nos hemos liberado de los condicionamientos colectivos familiares y socioculturales, y de los aspectos de nuestro inconsciente colectivo, sobre todo de los "automatismos inconscientes de fracaso"?

En fin: ¿Qué tanto estamos conscientes de nuestra Alma (Psique) y vehiculizamos su necesidad o querer más profundo? ¿Y respecto a nuestra Luz o Espíritu (Pneuma) y al Todo o Ser de todo ser?

Por la conveniencia de abordar sistémica o con paradigma de la complejidad lo vocacional es que han surgido perspectivas como la Psicología Transpersonal, el Coaching Transpersonal, el Coaching Multidimensional en PNL (basado en los Niveles Neurológicos, con su práctica del Patrocinio a nivel espiritual) y otras prácticas, que nos permiten hablar de la Orientación Transpersonal como una emergencia transdisciplinaria que nos lleva a ir más allá de la forma en que nos hemos asumido como ser humano, y en la forma de ver y orientar a nuestros asesorados.

Y no olvidemos que en nosotros y en la psique colectiva existen aspectos desde los cuales podemos boicotearnos la conciencia y vivencia de lo auténtico vocacional (el llamado del alma o del Ser), siendo uno de ellos el "complejo de Jonás" (ver entrada anterior de este blog).

Wladimir Oropeza Hernández
Psicólogo / Asesor vocacional

lunes, 20 de enero de 2014

El Complejo de Jonás o el Miedo a la Grandeza, al propio Destino

COMPLEJO DE JONAS

Quisiera dirigir mi atención hacia una de las muchas razones de lo que Angyal denominó la evasión del crecimiento. Todos tenemos un impulso hacia el propio perfeccionamiento, un impulso hacia una mayor actualización de nuestras potencialidades, hacia la autorrealización, la plena humanidad, plenitud humana o como se le quiera llamar. Concedido esto, ¿qué nos lo impide? ¿Qué nos bloquea?
Encuentro con el Destino
Una de estas defensas contra el crecimiento, a la que desearía referirme en especial porque no se ha reparado mucho en ella es la que voy a denominar "el complejo de Jonás".

En mis apuntes califiqué en un principio a esta defensa de «miedo a la propia grandeza» o «evasión del propio destino» o «huida de nuestros mejores talentos». Quería subrayar, tan lisa y llanamente como me fuera posible, el punto de vista no-freudiano según el cual tememos tanto a lo mejor como a lo peor de nosotros mismos, aunque de modo diferente. La mayoría de nosotros podríamos ser mejores de lo que en realidad somos. Todos tenemos potencialidades sin usar o sin desarrollar plenamente. En realidad, muchos de nosotros esquivamos las vocaciones (llamada, destino, tarea o misión en la vida) sugeridas por nuestra constitución. Tendemos a rehuir las responsabilidades dictadas (o más bien insinuadas) por la naturaleza, el destino, incluso a veces por accidente, tal como Jonás intentó —en vano— escapar de su destino.

Tememos a nuestras máximas posibilidades (así como a las más bajas). Por lo general nos asusta llegar a ser aquello que vislumbramos en nuestros mejores momentos, en las condiciones más perfectas y de mayor coraje. Gozamos e incluso nos estremecemos ante las divinas posibilidades que descubrimos en nosotros en tales momentos cumbre, pero al mismo tiempo temblamos de debilidad, pavor y miedo ante esas mismas posibilidades.
No solamente somos ambivalentes con respecto a nuestras máximas posibilidades, sino que también estamos en perpetuo, y creo que universal -tal vez incluso necesario- conflicto y ambivalencia respecto de esas mismas posibilidades supremas en los otros y en la naturaleza humana en general. Es cierto que amamos y admiramos a las personas buenas, santas, honestas, virtuosas y puras. Pero quien haya profundizado en la naturaleza humana ¿puede, acaso, ignorar los sentimientos confusos y a menudo hostiles hacia los santos, los hombres y mujeres de gran belleza, los grandes creadores o los genios intelectuales? No es necesario ser psicoterapeuta para captar este fenómeno, que podemos llamar «contra-valoracion». Hallaremos mil ejemplos en cualquier texto histórico, e incluso diría que una investigación histórica del tema no arrojaría ni una sola excepción a lo largo de toda la historia de la humanidad. Evidentemente, amamos y admiramos a todos los que han encamado la verdad, el bien, la belleza, la justicia, la perfección y el éxito supremo. Y con todo, nos hacen sentir incómodos, ansiosos, confusos, quizás un poco celosos o envidiosos, un poco inferiores y torpes.  Generalmente nos hacen perder nuestro aplomo, nuestro autocontrol y autoestima (Nietzche es, en este sentido, todavía nuestro mejor maestro).

He aquí la primera pista. Mi impresión hasta ahora es que la simple presencia de las grandes personas, el hecho de que sean lo que son, nos hace tomar conciencia de nuestra menor valía, independientemente de que se lo propongan o no. Si este efecto es inconsciente y no sabemos por qué nos sentimos estúpidos, feos o inferiores siempre que aparece una persona así, lo más probable es que respondamos con una proyección, es decir, que reaccionemos como si ella estuviera tratando de hacernos sentir inferiores, como si fuéramos su blanco. La hostilidad es, en este caso, una consecuencia comprensible. Pero a mi entender, la percepción consciente tiende a frenar esta hostilidad. Si estamos dispuestos a ser autoconscientes y a autoanalizar nuestras contra-valoraciones, es decir, nuestro miedo y odio inconscientes hacia la gente veraz, buena, hermosa, etc., lo más probable es que seamos menos rencorosos con ellos. Y aun aventuraría la conjetura de que si podemos aprender a amar más cabalmente los valores supremos en los otros, tal vez consigamos amar estas cualidades en nosotros mismos, sin temerlas tanto.

El pavor ante lo supremo de lo cual Rudolf Otto nos ha ofrecido la descripción clásica, también concuerda con esta dinámica. Si unimos esto a las incisivas observaciones de Mircea Eliade sobre la sacralización y desacralización, tendremos más conciencia de la universalidad del miedo a la confrontación directa con un dios o con lo divino. En algunas religiones la muerte es la consecuencia inevitable. En la mayoría de las sociedades que no conocen la escritura hay objetos y lugares que son tabú por ser demasiado sagrados y en consecuencia demasiado peligrosos. En el último capítulo de mi Psychology of Science doy ejemplos, tomados en su mayor parte de la ciencia y la medicina, de desacralización y resacralización, y trato de explicar la psicodinámica de estos procesos que se reduce, generalmente, al pavor ante lo supremo y lo mejor. (Quiero subrayar que ese pavor es intrínseco, justificado, justo, adecuado, más que una enfermedad o fracaso que haya que «curar».)

Pero una vez más mi impresión al respecto es que ese pavor y ese miedo no son necesaria y únicamente negativos, algo que nos empuje a huir o a acobardamos, sino que también son sentimientos deseables y agradables, capaces incluso de transportarnos hasta el máximo grado de éxtasis y embelesamiento. Entiendo que la percepción consciente y profunda, y la «elaboración», en el sentido freudiano, también contribuyen a dar la respuesta. Este es el mejor camino que conozco para la aceptación de nuestros poderes supremos y de cualquier componente de grandeza, bondad, sabiduría o talento que hayamos ocultado o evadido.

Una aclaración incidental útil para mí proviene del intento de comprender por qué las experiencias cumbre son normalmente breves y transitorias. La respuesta es cada vez más clara. ¡Sencillamente no tenemos fuerzas suficientes para soportar más! Es algo demasiado agotador y estremecedor. Los que viven momentos de éxtasis exclaman a menudo: «Es demasiado», «no puedo soportarlo» o «podría morir». Al recoger estas descripciones, pienso a veces: Si, podrían morir. Es imposible soportar por mucho tiempo una felicidad delirante. Nuestro organismo es demasiado débil para una gran dosis de grandeza, como tampoco soportaría orgasmos de una hora de duración, por ejemplo.

El término «experiencia cumbre» es más adecuado de lo que creí al principio. La emoción aguda ha de ser culminante y momentánea y debe dar paso a un estado de serenidad no extática, de felicidad más reposada, y a los placeres intrínsecos del conocimiento lúcido y contemplativo de los bienes supremos. La emoción culminante no puede perdurar, pero el conocimiento-del-Ser si puede.

¿No nos ayuda esto a entender nuestro complejo de Jonás? Responde, en parte, al miedo justificado a ser desgarrados, descontrolados, destrozados y desintegrados, e incluso a que la experiencia nos mate. Después de todo, las grandes emociones pueden de hecho abrumarnos. Creo que el miedo a entregarnos a una experiencia tal, miedo que nos recuerda todos los miedos paralelos que encontramos en la frigidez sexual, se comprende mejor si nos familiarizamos con la bibliografía de la psicodinámica y la psicología profunda, así como con la psicofisiología y la psicosomática clínica de las emociones.

Todavía he tropezado con otro proceso psicológico en mis exploraciones sobre el fracaso en la realización del yo. Esta evasión del crecimiento puede generarse a causa del miedo a la paranoia, algo que ya se ha dicho en un lenguaje más universal. Las leyendas prometeicas y fáusticas están presentes en prácticamente todas las culturas. Los griegos, por ejemplo, lo denominaron miedo a "hybris" [orgullo desmesurado, soberbia desmedida]. También se lo ha calificado de «orgullo pecaminoso», lo que es por cierto un problema humano permanente. Quien se dice: «Si, seré un gran filósofo, reescribiré a Platón y lo haré mejor» debe, tarde o temprano, quedar anonadado ante su propia ambición y arrogancia. Especialmente en sus momentos de debilidad se dirá: «¿Quién? ¿Yo?» y pensará que todo eso no es más que una loca fantasía o temerá incluso que sea un delirio. Al comparar el conocimiento que tiene de su yo íntimo, con todas sus debilidades, vacilaciones y defectos, con la imagen brillante, resplandeciente, perfecta y sin tacha que tiene de Platón, se sentirá presuntuoso y rimbombante. (De lo que no se percata es de que cuando Platón hacía examen de conciencia debió de sentirse consigo mismo de igual manera, pero continuó su camino a pesar de todo, superando sus dudas sobre sí mismo.)

Para algunos, esta evasión del crecimiento personal, estableciendo bajos niveles de aspiración, el miedo a hacer aquello que podemos hacer, la automutilación voluntaria, la seudoestupidez y la falsa modestia son, en realidad, defensas contra los delirios de grandeza, la arrogancia, el orgullo pecaminoso, la hybris. Los hay que son incapaces de conseguir una integración elegante de humildad y orgullo, imprescindible para el trabajo creativo. Para inventar o crear es necesario poseer la «arrogancia de la creatividad» que muchos investigadores han señalado. Pero si únicamente se tiene arrogancia sin humildad, entonces se es un paranoico. Debemos ser conscientes no sólo de las posibilidades divinas en nosotros, sino también de las limitaciones humanas existenciales. Hemos de ser capaces de reímos a la vez de nosotros mismos y de toda pretensión humana. Si encontramos divertido al gusano que intenta ser un dios, tal vez nos sea posible continuar en nuestro empeño y ser arrogantes sin temor a la paranoia o a que la desgracia se cierna sobre nosotros. Es una buena técnica.

Si se me permite, citaré otra técnica semejante que he visto practicar mejor que a nadie a Aldous Huxley, quien ciertamente era un gran hombre en el sentido que he estado precisando, un hombre que sabía aceptar sus talentos y usarlos al máximo, cosa que logró gracias a su perpetuo asombro ante lo interesante y fascinante que era todo, así como a su capacidad de maravillarse como un niño ante el carácter mágico de las cosas, exclamando con frecuencia: «Extraordinario, extraordinario!» Sabía contemplar el mundo con los ojos bien abiertos, con una desenfadada inocencia, con reverencia y fascinación, todo lo cual viene a ser una especie de confesión de pequeñez, una forma de humildad. Pero luego se entregaba con calma y sin miedo a las grandes tareas que se había impuesto.

Por último, remito al lector a un ensayo mío, importante en si mismo, aunque también como el primero en una posible serie. Su título, «La necesidad de conocer y el miedo al conocimiento», ilustra bien lo que quiero decir acerca de cada uno de los valores intrínsecos o últimos que he denominado Valores-del-Ser. Lo que intento decir es que estos valores últimos, que también considero como las necesidades supremas o metanecesidades, caen, como todas las necesidades básicas, dentro del esquema freudiano fundamental de impulso y defensa frente a éste. Por consiguiente, es ciertamente demostrable que necesitamos la verdad, que la amamos y buscamos. Sin embargo, es igualmente fácil demostrar que al mismo tiempo nos asusta conocer la verdad. Ciertas verdades, por ejemplo, automáticamente acarrean responsabilidades que pueden producir angustia. Un modo de eludir la responsabilidad y la angustia consiste, sencillamente, en evadir la conciencia de la verdad.

Preveo que descubriremos una dialéctica semejante para cada uno de los intrínsecos Valores-del-Ser, y he pensado vagamente escribir una serie de ensayos sobre, por ejemplo, «El amor a la belleza y nuestro desasosiego ante ella.» «Nuestra búsqueda de la excelencia y nuestra tendencia a destruirla», etc. Es evidente que estos contra-valores son más intensos en los neuróticos, pero me parece que todos debemos hacer las paces con estos impulsos negativos interiores a nosotros mismos. Mi impresión hasta ahora es que el mejor modo de lograrlo es transmutando la envidia, los celos, el presentimiento y la bajeza en admiración humilde, gratitud, aprecio, adoración e incluso reverencia mediante la percepción consciente y la elaboración. Este es el camino hacia los sentimientos de pequeñez, debilidad e indignidad, y hacia la aceptación de esos sentimientos en lugar de la necesidad de proteger, mediante el ataque una autoestima falsamente elevada.

Me parece obvio, una vez más, que la comprensión de este problema existencial básico debe ayudamos a incorporar los Valores del Ser, no sólo en otros sino también en nosotros mismos, contribuyendo así a solucionar el complejo de Jonás.
  
Maslow, Abraham (1971). La personalidad creadora. (9ª ed). Trillas: México.  2008. Pp. 58-65.
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Este es una sección entera de un capítulo del libro de Maslow llamado "la personalidad creadora" o con otro título, "la amplitud del potencial humano".


Para los que no conozcan quien fue Jonás: profeta bíblico que recibió una misión por parte de Dios de ir a predicar a una ciudad, pero decidió huir de dicha encomienda. Encontrándose en un barco y habiéndose desatado una tempestad, la tripulación decidió lanzar a Jonás al mar al enterarse que la tempestad era debido a que Jonás no asumía su destino. Jonás fue "tragado" por una ballena, en cuyo vientre estuvo por tres (3) días, reflexionando, hasta que tomó la decisión de sí atender al llamado (vocación) del Destino. (Ver Libro de Jonás en la Biblia).

Hay que diferenciar entre los diferentes núcleos de conciencia del Ser, tal como la Sabiduría espiritual de la antigüedad en las diferentes cultural y más recientemente la Psicología Transpersonal nos lo enseñan: el hombre, que es un "todo físico-químico-biológico-psicológico-social-cultural-ético-espiritual", posee diversos niveles de conciencia (inconsciente colectivo, inconsciente personal, subconsciente, sueño, semisueño, vigilia o conciencia ordinaria, supraconsciencia), y estructuralmente cuenta con diversos núcleos de conciencia: el yo inferior que "habita" en nuestra "infraconciencia", el yo psicológico o ego, propio del nivel de conciencia ordinario o de vigilia, y los núcleos de supraconciencia, clásicamente llamados "alma" (yo superior, ángel solar, etc.) y "espíritu" (atman, mónada, yo evolutivo o transcendental, etc.). Además de éstos, está el nivel divinidad de nuestro Ser, que es la versión holográfica de "Dios en nosotros". 

Lo anterior nos lleva a que haya que hacer la siguiente corrección a la "hybris" griega evocada por Maslow en este escrito: el sentimiento de temor ante lo tremebundo de Lo Sagrado proviene de nuestro ego, la "loca de la casa" como bien describieron Freud y Jung al ego por su pretensión de control total de sí y de su entorno, que no pasa de ser un control ilusorio. Pues bien, es el ego quien se siente desbordado por las "experiencias cumbres o pico" que Maslow describe, pasando a tomar el primer plano otros núcleos de conciencia nuestros luego de la "disolución temporal del ego" (pequeña muerte), núcleos como el "yo superior" o el "espíritu primordial" o el nivel Divinidad. Esto nos revela algo que los griegos desconocían: en cada uno de nosotros habita un núcleo divino o "proyección holográfica" de Dios, tal como Cristojesús nos lo digo: "¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, Dioses sois?" (Jn, 10:34) o "Yo dije: «Vosotros sois dioses, y todos sois hijos del Altísimo.»" (Salmos, 82:6). Siendo esto así, como se vive en estados no ordinarios de consciencia (oración, meditación, yoga, taichi, experiencias cumbres o de "flow", etc.) y como lo han descrito los psicólogos y psiquiatras transpersonales (Jung, Roberto Assagioli, Stanislav Grof, etc.), entonces la "hybris" es algo propio también de nuestro ego, quien sufre un proceso de "inflación" (Jung) o de delirio de grandeza, en vez de ocupar su lugar dentro de la "estructura multidimensional del Ser" y que sean otros núcleos de nuestra supraconciencia (Sri Aurobindo los llama sobremente y supermente) los que tomen la batuta y pasen a manifestar sus Virtudes, Dones y Valores-del-Ser superior nuestro.

Recordemos el acertado señalamiento que Maslow nos da en el escrito que acá transcribimos: ante las personas que manifiestan la grandeza de su Ser superior (virtudes de su Alma, dones o poderes de su espíritu), sean personas altamente virtuosas o geniales (en el plano científico, artístico, político o ético-social) o "personas autorrealizadas" (o autorrealizantes), iluminados, o que han alcanzado el "Estado de Despiertos", lo que tendemos a manifestar muchas veces (consciente o inconscientemente) son "contravalores" o "antivalores", como la envidia, el resentimiento, los celos, el odio, la minusvalía, la desesperanza, etc. Y hay culturas que son más propicias, considero, a manifestar colectivamente estos sentimientos o "bajas pasiones", como la nuestra, donde poco se cultiva y estimula la motivación al logro y a la excelencia, y se busca la aceptación a través de una cultura de "igualitarismo a ultranza". Estas bajas pasiones incluso se dan entre nuestros diferentes núcleos de consciencia: desde nuestro "yo inferior" o Sombra o desde nuestro ego sentimos envidia rencorosa u odio hacia nuestra misma grandeza (nuestro yo superior y nuestro yo evolutivo). Es importante concientizar estas bajas pasiones y buscar su "transmutación" o nuestra "liberación" de ellas, asumiendo nuestras "posibilidades divinas", la realidad sagrada de nuestro Yo Espiritual, con lo cual iremos más allá de la polaridad "hybris - impotencia" y autorrealizaremos nuestro Ser en nuestra vida cotidiana.


Wladimir Oropeza Hernández



martes, 24 de septiembre de 2013

La Mística desde la óptica del poeta venezolano Rafael Cadenas y su valor en psicoterapia y en educación

"El tema de la mística es el tema de la salud. ... Tenemos que recuperar el sentimiento de seguridad  ontológica... no por la vía falaz de la "teodicea" sino por la praxis de una superación de todo simbolismo. ... Lo místico es esta libertad vacía que arranca de la supresión de la anestesia del lenguaje. Y de la superación de todo metalenguaje. Súbitamente, lo real se hace real. ... Lo místico es post-lógico, no pre-lógico. Por consiguiente, tampoco se debe confundir lo místico con el "oceánico" inconsciente. Lo místico es lo real, inexpresable simbólicamente, allí donde todos nos damos la mano, más allá de los lenguajes, más allá del amor/odio. Lo místico es el mero acto de estar aquí, ahora, completo en sí mismo", dice Cadenas (2000). No se confunda esto último con el estar aquí -y-ahora gestáltico repetido por muchos, que resulta ser una banalización de la experiencia búdica de la cual Perls parece haberla vivido.

Y sigue el poeta, ya implacablemente: 
"Siempre me ha sorprendido cómo millones de personas pueden satisfacerse con el ritual religioso. En el cristianismo, con la misa, ... todo ese aburrimiento que muy poca significación real tiene. Todo es tan mecánico, y lo mecánico carece de vida. Por eso no puede tocar el alma.
Entre los fieles puede haber emoción, y la sentimos cuando está presente, pero ¿transfigura ella la vida? Esa emoción tiene valor, pero ¿es suficiente? Más importante sería una mayor conciencia en ellos sobre sí mismos -especialmente respecto a lo que Jung llamó la sombraque abriría el camino hacia mayores ahondamientos." (Cadenas, 2000)

Su declaración sobre la presencia del "Misterio de la vida y de lo sagrado" reverbera en ciertos recuerdos: contactos con la naturaleza, inmersión en la voluptuosidad y mar de sentimientos de la mujer amada, lectura de un poema que brinda una pizca, sarao de ecuaciones matemáticas que permiten vislumbrar la tremenda bella armonía que rige al Universo, alegría u orgasmo desbordante, ojos o palabras del hijo amado, etc., al expresar:

"Todo es misterio, aun lo que la ciencia conoce en detalle en su orgulloso penúltimo escalón." "Con la palabra "materia" se le da otro nombre al misterio." "Dios es un nombre que le damos al misterio, pero no hay modo de allegarse con nombres a lo innombrable." (Cadenas, 2000)

Esto puede dar lugar a muchas discusiones, como nos gusta a los occidentales, grandes razonadores y argumentadores, que desvirtuamos el legado de Sócrates y Platón con nuestras posturas sofísticas, por cierto. Ante esto la respuesta del poeta venezolano es contundente:



"¿Discutir para qué? Siempre es posible encontrar argumentos para defender esto o aquello. De lo que se trata y hay urgencia es de inquirir." "Afirmar el misterio no tiene mayor significación. De lo que se trata es de sentirlo y vivir bajo su gravitación magnética. ... La exploración resulta dolorosa. Sobre todo porque hay que admitir la verdad sobre nosotros mismos." (Cadenas, 2000). Gracias a Dios que no sólo resulta dolorosa, sino también extasiante: plétora de goces y sentimientos de magnitudes infinitas que desbordan al ego. 

Por eso el Buda fue sabio al defender una especia de empirismo: "Aceptad mis palabras sólo y después de haberlas comprobado vosotros mismos; no las aceptéis simplemente por la veneración que me profesáis", "vosotros mismos sois los que tenéis que hacer el esfuerzo, los Budas sólo indican el camino." (Marina, 2012) Pero seguimos en disertaciones intelectualizadas y verborreicas que no hacen camino ya.

Tomarse en serio esta experiencia última (la ultimidad, lo escatológico de nuestra existencia) puede resultar un asunto ligado a nuestra evolución y sobrevivencia. Pero las palabras de Cadenas sobre la forma "zombiesca" en la que vivimos la espiritualidad está muy enquistada y las instituciones occidentales no ayudan mucho al cambio. Y en la psicología seguimos sin escuchar a Maslow y a Jung. Este último comentó:

"La cuestión decisiva para los hombres es: ¿guarda relación con lo infinito o no? Esto es el criterio de la vida. ...Cuanto más insiste el hombre en  una falsa posesión y cuanto menos capta lo esencial, tanto más insatisfactoria es su vida. ...Cuando se comprende y siente que se está unido, ya en esta vida, al infinito, cambian los deseos y actitudes. ...También en la relación con los demás hombres es decisivo si en ellos se expresa lo infinito o no." (Jung, 2002)


"La aventura espiritual de nuestra época consiste en la entrega de la conciencia humana a lo indeterminado e indeterminable." "La religión es una relación con el valor supremo o más poderoso, sea éste positivo o negativo." (Jung, 1949)

"Todos [los que autorrealizan su Ser], de un modo u otro, dedican su vida a la búsqueda de los valores-del-Ser, los valores últimos..." (Maslow, 1990). ¿Cuáles valores son los que buscamos en nuestra vida cotidiana? ¿Cuáles les transmitimos a las nuevas generaciones?

Pero en psicoterapia lo transpersonal insiste en el logro de su reconocimiento: "En el estado alterado de conciencia la persona tiene más opciones de la que tiene en el estado de conciencia habitual. ...Lo que estás haciendo [al inducir un estado no ordinario de consciencia] es llevar a la persona a un espacio donde tiene más opciones. ...Entonces dispone súbitamente de infinitas posibilidades." (Bandler y Grinder, 2008)

Y esas prácticas milenarias retornan, envueltas en nuevos nombres (meditación = mindfulness, atención plena, etc.).

El poeta venezolano nos regresa a nuestra cotidiana y separatista vivencia de la realidad al expresar:

"Hoy no existe una relación, aparte de la biológica, con el cosmos. El alma no participa como el cuerpo en este contacto, y así, también el cuerpo deja de sentirlo. Sobreviene entonces un embotamiento que amenaza con destruirnos." (Cadenas, 2000). ¿Y es esa vivencia, ese contacto con el Fundamento de la Existencia, lo que requerimos rescatar para salir de este "egocentrismo anárquico", este amor al caos, al maltrato, al abandono y a la ignorancia (Barroso, 2007) que cultivamos los venezolanos, dentro de nuestras alegrías cotidianas? Porque si lo que hemos intentando hasta ahora no funciona, para no seguir con la locura, hay que intentar algo distinto.

Todo esto no significa volver a estados anteriores de dogmatismos, fundamentalismos, sectarismos, irracionalismos, sentimentalismos puramente devocionales, etc. Es uno de los temores más presentes y causantes de vergüenza en la actualidad: reconocerse cultivador de la dimensión espiritual, aunque no se abandone la razón y sí se reconozcan sus límites (Marina, 2012; Cadenas, 2000), para darle prioridad a potencias experienciales que nos habitan, al hombre, desde el principio de nuestra humanidad.

"No es la pretendida razón humana, con sus límites, la que conoce a Dios, sino es el espíritu de Dios en el hombre... es la autoconciencia de Dios la que se sabe a sí misma en el saber del hombre." (Hegel, 1970)

Hoy en día muchos físico cuánticos hacen aseveraciones que bordean o se adentran en la mística. Pareciera que hay científicos ávidos de contactar la Realidad Última. ¿Lograrán hacerlo? Pudiéramos estarlo presenciando, ¿es lo que experimentó Fritjof Capra y narró en "El Tao de la Física"? ¿Cuál será el destino de las religiones tal como la conocemos y practicamos todavía? ¿Una filosofía perenne y una psicología transpersonal podrá ser fuente de nuevas experiencias que se vayan haciendo colectivas? ¿Será la física cuántica la actual y experimentable metafísica? ¿Podremos, según la experiencia de Carlos Castaneda, relacionarnos con la Existencia sin mapas mentales y sin las divisiones separatistas que encubren sectarismos ideológicos? Dejemos estos puntos para otro artículo.

Por ahora, reconozcamos que entre nosotros existe un poeta venezolano que desde su vivencia y quehacer poético nos da pequeñas perlas que tienen color a sabiduría. Y preguntémonos qué le estamos enseñando a nuestros estudiantes y a nuestro hijos y si la forma de enseñanza de estos temas está arrojando resultados positivos. Se requiere una nueva forma de acercamiento y real vivencia de la espiritualidad, de nuestra conexión con la Vida, Lo Sagrado, el Cosmos, el Mundo y la Humanidad. O como me dijo Fray Beltrán, el papa Juan Pablo mencionó que "...hemos de tener un acercamiento místico a Lo Sagrado". Esto es parte de la solución a nuestras angustias existenciales. ¿Estaremos dispuesto a hacerlo?

Wladimir Oropeza H.
Bibliografía: 
  •     Bandler, R. y Grinder, J. (2008). De sapos a príncipes. Buenos Aires: Cuatro Vientos. P. 269.
  •      Barroso, M. (2007). Autoestima del venezolano. Democracia o marginalidad. (4ª ed). Caracas: Galac.
  •    Cadenas, Rafael (2000). Obra Entera. Poesía y prosa (1958-1995). México: FCE. Pp. 651-690.
  •      Hegel, G. (1970). Lecciones sobre las pruebas de la existencia de Dios. Madrid: Aguilar.
  •      Jung, C.G. (2002). Recuerdos, sueños, pensamientos. (4ª ed). Barcelona: Seix Barral. Pp. 380-381.
  •    Jung, C.G. (1949). Psicología y religión. Barcelona: Paidós. Pp. 31, 168.
  •   Marina, José Antonio (2012). Dictamen sobre Dios. (3ª ed). Barcelona: Anagrama. Pp. 56.
  •   Maslow, Abraham. (1990). La personalidad creadora. (4ª ed). Barcelona: Kairós. Pp. 69-70.

sábado, 8 de diciembre de 2012

SOBRE LA DIVINA INOCENCIA Y LA PELIGROSIDAD DE LA ESENCIA DE LA POESÍA

Sentencias del poeta Hölderlin sobre la Poesía (Heidegger, 1994):

I.            Hacer poesía: “Esta tarea, de todas la más inocente.”

II.            Para este fin se dio al Hombre el más peligroso de los bienes: el lenguaje, para que dé testimonio de lo que él es.”

III.            Muchas cosas ha experimentado el Hombre;
A muchas celestiales ha dado ya nombre
Desde que somos Palabra-en-diálogo
Y podemos los unos oír a los otros.”

IV.            Ponen los Poetas el fundamento de lo permanente.”

V.            Lleno está de méritos el Hombre; mas no por ellos sino por la Poesía hace de esta tierra su morada.”



Comenta Heidegger la cita Nº IV diciendo: “La Palabra del poeta es fundación no tan sólo en el sentido de donación libérrima, sino a la vez en el de firme fundamentación de nuestra realidad de verdad sobre su fundamento.” “…Comprender la esencia de la Poesía: que es la Poesía fundación del Ser por la palabra de nuestra boca…”

Respecto a la cita Nº V dice: “Que la realidad de verdad del hombre es, en su fondo, “poética”. Por poesía estamos ahora, con todo, entendiendo ese nombrar fundador de Dioses y fundador también de la esencia de las cosas.” “No es la Poesía simple y adventicio adorno de la realidad de verdad, ni transitoria exaltación espiritual, entusiasmo o entretenimiento. La Poesía es el fundamento y soporte de la historia; no una simple manifestación cultural, menos aún “expresión” del “alma de una cultura”.” “El fundamento de nuestra realidad de verdad es el diálogo, por ser éste el acontecimiento histórico por el que viene al ser el lenguaje. Mas el lenguaje primogénito es la Poesía, por ser fundación del Ser.”

En relación con la cita Nº II: “…¿Es en realidad de verdad la Poesía la más peligrosa de las obras?” Dice Heidegger: “El Poeta está expuesto a los rayos de Dios. De esto nos habla aquel poema [de Hölderlin] que es preciso reconocer como la más pura poesía de la esencia de la Poesía… Y en la última estrofa dice:”
Derecho es nuestro, de los poetas, de vosotros
los poetas, bajo las tormentas de Dios afincarnos,
desnuda la cabeza;
para así con nuestras manos, con nuestras
propias manos robar al Padre sus rayos;
robárnoslo a Él mismo;
y envuelto en cantos,
entregarlo al Pueblo, cual celeste regalo.

Y remata Heidegger: “En la Poesía … se recoge el Hombre al fundamento y fondo de su realidad de verdad” [Dasein, su Ser-determinado; su Sí-mismo, agrego yo]. “Así lo reconoce Pantea…”

[…] ser cada uno Uno mismo:
eso es la vida.

“Mas por otra parte el vocabulario poético no llega a poseer su fuerza denominativa si los Dioses mismos no nos ponen en trance de palabra. ¿Cómo hablan los Dioses?”

[…] por signos;
que desde antiguo tal es la palabra de los Dioses.

“El decir del Poeta es un sorprender estos signos para significarlos, amplificándolos, a su Pueblo.” “Así” [citando a Hölderlin]

[…] al encuentro de las tormentas
vuela audaz, cual águila, el Espíritu,
prediciendo el destino a sus dioses venideros.

“La fundación del Ser está vinculada a los signos de los Dioses. Y a la vez el vocabulario poético es tan sólo la explanación de la “voz del Pueblo”, que este nombre da Hölderlin a las leyendas por las que un Pueblo está haciendo memoria de su pertenencia al ente en su conjunto. Mas con frecuencia enmudece esta voz, y extenuada en sí misma calla; y, sobre todo, no puede de por sí sola hablar con propiedad, que para esto necesita de intérpretes de su voz.”
[Cita a Hölderlin ya finalizando]

Y sin duda,
buenas son las leyendas; pues son memorial del Altísimo;
con todo hace falta Uno que interprete las sagradas.

“Y así está la esencia de la Poesía urdida con las interconvergentes e interdivergentes leyes de los signos de los dioses y de la voz del pueblo. El poeta mismo se tiene entre aquellos, los Dioses, y éste, el Pueblo. Y es un proscrito, adscrito a este “entre”: los Dioses por un extremo y los hombres por otro. Empero, sólo y primariamente en este “entre” se decide quién es el Hombre y dónde afincará su realidad de verdad. “Poéticamente es como el hombre hace de esta tierra su morada”.
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Baste por el día de hoy estos comentarios, y yo agrego algunas remembranzas y reflexiones: Y si el decir bien-y-bellamente de los mitos no es más ni menos que declaración poética de la irrupción de Lo Divino [en sus diferentes manifestaciones o niveles del Ser] en la vida humana… Ya que ésta es la esencia del mito y que, además, es Poesía [divinidad empalabrada], entonces, ¿no es la Poesía, como desde hace tiempo lo venía sospechando, actividad mística, inocentemente desplegada, con la inocencia del Ser o del Espíritu que declara su sempiterna Esencia y manifestación en el Mundo, y que por ello es la más peligrosa al revelar el Ser del Hombre e invitarlo a que asuma su dioseidad, despertando a su Sí-mismo y a su vinculación primigenia con Lo Divino?

Los dioses nos hablan por signos, dijo el poeta. ¿Nuestra percepción está graduada para captar esos signos? Antes, entre los griegos de los tiempos de esos grandes hombres como fueron Sócrates, Platón, Aristóteles…, se consideraba el quehacer poético una suerte de manía o estado de trance, de locura divina, que luego llamaríamos experiencia mística. Y Platón, no en vano, nos dejó por escrito:

A)     Los mayores bienes nos vienen mediante la locura o manía, naturalmente por la dada cual don divino” (Fedro, 244b)
B)      “… Buscar en todas las cosas el eidos divino, a fin de adquirir vida bienaventurada en lo que nuestra naturaleza lo soporte.” (Timeo, 69a)

Rafael Cadenas nos regala una aclaratoria por parte de Salvador Pániker sobre la necesidad imperiosa de la mística, que es la siguiente:

“Nos concierne lo místico porque no podemos seguir con la desbocada agresividad del hombre desarraigado de su origen, del animal exclusivamente simbólico. Terroristas, ideólogos, fanáticos de todo pelaje, son el síntoma de este déficit de mística que genera la ansiedad propia del animal exclusivamente simbólico. El tema de la mística es el tema de la salud
…Lo místico es lo real, inexpresable simbólicamente, allí donde todos nos damos la mano, más allá de los lenguajes, más allá del amor/odio. Lo místico es el mero acto de estar aquí, ahora, completo en sí mismo, deshecho ese perpetuo tic que tenemos de ir a buscar la realidad en otra parte: proyectos, planes, o nostalgias.”

¡Lástima que para Ser políticos o esotras profesiones que tienen tanto impacto en la planificación de lo social, no se requiera el cultivo de la poesía como se ha caracterizado acá en sus pretensiones primeras o últimas! ¿Qué político o ideólogo estaría dispuesto a asumir hasta las últimas consecuencias de su Esencia, entre ellas la patencia de la Luz y las tinieblas que lo habitan, y al Pueblo mismo?

En sus comentarios a los comentarios de Heidegger, García Bacca termina diciendo: “Poetizar es nombrar una palabra para el oficio de hablar del Ser, inventarle a un vulgar y físico sonido el oficio de hablar del Ser”. Por ende, poetizar [que no es sólo componer versos] es actividad metafísica y antropológicamente liberadora que busca develar la emergencia suprasimbólica de la Autoconciencia del Espíritu del Hombre y del Mundo, que nos desnuda de los condicionamientos socioculturales y revela nuestra Esencia, esa Realidad extrasimbólica nuestra donde todos somos Uno y podemos Ser-nos más allá de ese círculo de amor/odio en el que, consciente o inconscientemente, estamos anudados como sujetos y como Pueblo.

Wladimir Oropeza Hernández

Bibliografía:

  • Cadenas, R. (1998). Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística. (2ª ed). Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación, UCV.
  • Heidegger, M. (1994). Hólderlin y la esencia de la poesía. Barcelona: Anthropos. Traducción y comentarios de Juan David García Bacca.
  • Platón (1980). Obras completas. (12 tomos). Caracas: Coedición de la Presidencia de la República y la Universidad Central de Venezuela. Traducción, prólogo, notas y clave hermenéutica de Juan David García Bacca.