martes, 2 de agosto de 2011

Sobre el poemario "Encuentros", y la búsqueda literaria de la Plenitud


"Cada loco con su tema", reza el refrán. Y como una vez le dije a una persona muy valiosa para mí: "todos tenemos nuestros temas: monotemáticos algunos, otros pluritemáticos, en consciencia algunos, en inconsciencia la gran mayoría". Pero no le dije lo que, de cajón, se concluye de acuerdo al refrán: cada uno de nosotros tiene de poeta, músico y loco un poco, y mira que varían los grados de aderezos de locura inconsciente en muchos, tenidos como cuerdo por ellos mismos y por esta gran masa de esquizofrenias que deambulan en nuestra Matrix hoy en día.

Acá ventilo uno de mis temas, y, por ende, parte de mi locura que llevo conscientemente a cuesta. ¿Resuelta ya? Quede la respuesta para mis adentros... Sólo citaré que el Ser en ultima instancia comprende, luego de realizar y sentir (M. M.), como una pista del proceso que por distintas vías nos han dicho a través de la historia espiritual y filosófica (Hegel, por ejemplo, al enseñar que primero el Espíritu se pone, se hace sensible y luego comprende), proceso que tiene mucho que ver con este tema: Poesía y Plenitud.

Uno de mis iniciadores virtuales en el mundo de las letras, Juan Liscano [a quien lastimosamente no tuve el gusto de conocer], comentó sobre el poemario ‘Encuentros’ (en el exordio o preámbulo preparatorio), de un común amigo, lo siguiente:



Rojas Cabot no escribe para hacer literatura sino se pliega, a veces con dificultad escritural y sintáctica, a la forma del poema para expresar lo difícilmente expresable: la lucha mental interior por alcanzar lo que él mismo definió en un título de esta manera: "Yo Superior". De allí  la necesidad de crear un lenguaje propio, capaz de condensar en el poema un mundo fuera del que llaman realidad inmediata. El entero libro 'Encuentros' discurre en la dimensión mental y espiritual de la meditación y del acercamiento a la visión trascendente de la otredad, para lo cual toma pie en el aquí, en lo exterior a lo interno, de lo físico material a lo imponderable espiritual. No resulta enteramente expresable lo entrevisto tras los velos flotantes de la realidad exterior. De allí la dificultad de lectura que a muchos moverá a desechar lo escrito, pues quien no se sitúa en la actitud meditativa, no encontrará la ilación de lo escrito. Por ejemplo, del poema titulado "Dolor único", estas estrofas por las que pasa un reflejo de luz crística:

¿Qué queda por decir?
¿Cuál agua amarga puede desatarse?
¿Es preciso beber un cáliz tras otro cáliz?

O bien estos versos, también interrogantes, del poema "La Sombra"

Miro dentro de mí
con algo de sorpresa
¿Hay en mí un mal agazapado?
¿Cómo fraguar una tregua?

La entera motivación de 'Encuentros'... consiste en abordar la existencia contradictoria del 'Yo inferior'... y la capacidad de trascenderlo hacia un "Yo superior" próximo al Sí-mismo jungiano, derivado del Sí-mismo místico hindú o tibetano.

Cada poema constituye una síntesis de una búsqueda y de esa experiencia que nada tienen que ver con los confesionales o egolátricos de la literatura occidental, con el narcisismo habitual de poetas y otros artistas. Estamos ante una honrada manifestación de despojamiento mundanal y de aspiración liberadora por la mente y el espíritu concentrados en la meditación, en el caso de Rojas Cabot, no solitaria sino comunal.
...

Liscano, J. (1997). Exordio. En, R. Rojas Cabot, Encuentros. Caracas: Criteria. 2004.

Hasta acá parte del preámbulo dedicado a nuestro amigo Román, en quien encontré  un más allá de coqueteos poéticos con la esfera de lo sagrado (lo Supremo, lo transcendente, lo mítico, lo místico, lo numinoso), de esos pininos literarios-filosóficos que Liscano dio en este tremedal de la experiencia mística o espiritual, que como bien dijo este último, puede parecerle a muchos terreno difícil de comprender adentrarse en la lectura de poetas que sí hayan incursionado en dicha esfera, pero que no resulta así a quien cuente en su matriz epistémica con experiencias de tal tipo, pudiendo degustar entonces lo que he podido presenciar [¡gracias a Dios!, literalmente] en vivo: que el quehacer poético de Román tiene sabor a canonjía: a quehacer placentero, fácil (por poseer talentos para ello) y provechoso.

Recuerdo las referencias literarias de Liscano en 'Panorama de la literatura venezolana actual' [la cual leí raudo, buscando qué pudieran decirme las variopintas formas de la literatura sobre la fuente de la Plenitud] respecto a un poeta venezolano que me resultó interesante, pero quien me parece no haber realizado, hasta la fecha y en lo poco que he degustado, el maridaje entre razón y sentimiento en eso que María Zambrano bautizó 'Razón poética', como uno de los requisitos para alcanzar el arribo a dicha Fuente [esto dicho desde mi perspectiva muy personal]. Se trata de Rafael Cadenas.

De este poeta dice:

En esa lucha interior y en una búsqueda del ser, han transcurrido hasta ahora la vida de Rafael Cadenas, uno de los poquísimos escritores venezolanos -quizá Muñoz, Armando Rojas Guardia, Jesús Serra pudieran también ser nombrados- para quien lo determinante no es propiamente el éxito, la realización literaria, la expansión de esa actividad hacia algún cumplimiento triunfante, sino el dar respuestas a profundas interrogantes sobre la condición última del hombre, el alcanzar alguna forma de liberación espiritual, alguna paz consigo mismo, alguna iluminación.
...
Cadenas no volvió a publicar libro alguno hasta el año de 1960... desenmascarando la impostura misma de la literatura, procede de la lucha que sostiene consigo mismo, desde hace años y que le movió a declarar, en una entrevista singular, que él creía en la mística...
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[Y una vez dijo Cadenas] ...en un insólito curso sobre literatura, dictado en la Escuela de Letras de la UCV: "Hemos buscado plenitud a través de la expresión, cuando la plenitud tiene que estar antes y expresarse (o no expresarse) después". Esa plenitud, evidentemente, nada tiene que ver con el éxito poético ni con la expresión literaria. Está situada en otra dimensión a la que, sobre todo en nuestros días, no acceden los artistas, incluyendo entre ellos a los poetas. Tampoco es seguro que Cadenas acceda a ella, pero, diferentemente a la mayoría de sus colegas de letras, tiene conciencia de la existencia de esa plenitud y de la impostura que puede significar la literatura, en esa búsqueda. Lo escrito por él, en una lucha por no escribir, hace de Cadenas, a pesar de sí mismo, uno de los poetas más auténticos que conozcamos.

Liscano, J. (1995). Panorama de la literatura venezolana actual. (2da ed). Caracas: Alfadil. P. 195-197.

Estoy muy agradecido, tanto a Liscano como a Cadenas, por dulcísonas y austeras palabras, sobre todo las que he resaltado en negritas.

Y es claro lo que dice Cadenas y respalda Liscano: la poesía -o cualquiera de sus primas hermanas- o expresa lo realizado en 'su' -y por 'su'- Ser o expresa lo que todavía es un anhelo.


Enfocándolo brevemente desde otra perspectiva: como gratamente [me] escuché de boca de alguien recientemente: la pareja no es para que te dé la felicidad, sino para compartir tu felicidad [la que realizas en tu vida a través del maridaje con el Ser que Eres, Fuente de la FUENTE]. Así es cuando dicho espacio –el de la pareja- se asienta como encuentro de Plenitudes, intercambio entre Seres, que se vierte en la poesía.


Te doy gracias, amigo Román, por brindarnos tu poesía, que sé abarca los espacios del espíritu, del alma y del ego (quedando éste a veces anulado en el movimiento de ascenso, o queriéndolo entorpecer por ganas de mantener el control ilusorio), y, por ello, tanto de la mente como de los sentimientos que a todos nos embargan, que buscamos con desespero o parsimonia en sus intensidades y calidades ―de las cuales las más apetitosas son las Supremas: Paz, Amor, Alegría, Placer, Armonía, Fe, Poder, Fuerza…―, según el estilo y línea evolutiva de cada cual para saciar el deseo de Plenitud que buscamos resolver, consciente o inconscientemente, en la vida, deseo que en su raíz más honda no es más que falta-en-Ser.


Son estos espacios, intensidades y calidades avizorados en el Silencio que nos muestra, según muchos místicos y poetas, ser una de las referencias más auténtica de todo lo existente: ese Silencio (Vacío de Plenitud, Vacío Creador, Suministro Infinito, Infinito de Posibilidades) que en la mudez desnuda de los intersticio de los versos apenas tintinea.

Hay que seguir escribiendo, amando, meditando, laborando, armonizando, integrando, construyendo, prosperando…, cada cual con su estilo y a su ritmo, hasta que se realice la hierogamia  anhelada, o simplemente nos dediquemos, desde el Supremo Placer -la fruición transpersonal de ultramarino reino cósmico que a la vez yace en lo más íntimos de nosotros- a verter nuestras vivencias en poesías o prosas poéticas  en el día a día, como mi amigo Román lo realiza.

Es tu poemario "Encuentros" para mí, amigo Román, expresión de una realización personal creciente de la hierogamia y materialización místico-literaria de algunos versos que escribió el poeta Antonio Machado (mi primer maestro virtual en estas lides):

   Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa.
Adivínala.
...
   Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.

Wladimir Oropeza H.
Caracas, Martes 02 de agosto de 2011.