domingo, 20 de febrero de 2011

LA VOCACIÓN COMO AUTORREALIZACIÓN DEL SER QUE SE ES


La vocación la considero como la realización de aquello que nos atrapa y direcciona en un sentido, en un llamado que pide la realización de un patrón arquetipal, vehiculizado a través de los dones de nuestro Ser, de las virtudes de nuestra alma, materializándose en la confluencia de nuestros Valores-del-Ser, nuestros talentos-fortalezas, pasión y necesidades. Por ello coincido con Platón, en que la vocación nace por un arquetipo que se manifiesta, desde nuestro Ser, en nuestra alma a través de una imagen que persiste en cada uno de nosotros, insistente, anhelante de materialización; una imagen que nos muestra una mejor versión de nosotros mismos, una versión pletórica de gozo en el que nosotros nos vemos en ejercicio de uno o varios talentos, virtudes y dones, en el placer de hacer algo significativo en consonancia con un valor-del-Ser que somos.


La vocación puede o no realizarse a través de una profesión. Como nos enseña Hillman, podemos materializarla al asumir una "manera de ser" en la vida. Pero también ocurre, en algunos casos, que el no concretarla pueda deberse a una falla en la imaginación de la mejor versión de Sí-mismo, producto de condicionamientos socioculturales, o de un ambiente familiar carente de oportunidades, o por anclarse en la visión de enrumbarse a través de profesiones tradicionales socialmente valoradas (muchos hemos escuchado frases como: "esa profesión no sirve", "eso no da real", "eso no es digno de ti", "eso de es hippies", "tienes que seguir la profesión familiar", y paremos de enumerar).

Veamos cómo explica brevemente el psicólogo James Hillman qué es la vocación, a través de la "teoría de la bellota", recogida de un mito platónico:
________________

SL: En "El código del alma" Ud. habla acerca de "la teoría de la bellota". ¿Qué es eso?

JH: Bueno, es más un mito que una teoría. Es el mito de Platón de que uno llega al mundo con un destino, aunque él emplea la palabra "paradigma" o arquetipo en lugar de destino. La teoría de la bellota dice que existe una imagen individual que le pertenece a tu alma.
El mismo mito puede encontrarse en la Kabbalah. Los Mormones también lo tienen. Los africanos también lo tienen. Los Hindúes y los Budistas también lo tienen de diferente manera -lo vinculan más con la reencarnación y el karma, pero aun así uno llega al mundo con un destino particular. Los indios americanos también lo tienen y muy fuerte. De modo que todas estas culturas a lo largo del mundo tienen esta comprensión básica de la existencia. Sólo la psicología americana no la tiene.

SL: En nuestra cultura tendemos a pensar en la vocación en términos de "profesión" o "carrera".

JH: Sí, pero la vocación puede referirse no sólo a maneras de hacer -esto es, trabajo- sino también a maneras de ser. Por ejemplo ser amigo. Goethe decía que su amigo Eckermann había nacido para la amistad. Aristóteles hacía de la amistad una de las grandes virtudes. En su libro sobre ética, tres o cuatro capítulos están dedicados a la amistad. En el pasado, la amistad era algo inmenso. Pero para nosotros es difícil pensar en la amistad como una vocación, porque no es una profesión.

SL: Qué implicaciones tienen sus ideas para los padres?

JH: Creo que lo que digo debiera aliviarlos enormemente y hacerlos desear prestar más atención a su hijo, este extraño que ha aterrizado en medio de ellos. En lugar de decir "Este es mi hijo" deben preguntarse "¿Quién es este niño que ocurre que es mío?" Entonces tendrán mucho más respeto por el niño y tratarán de tener abierto los ojos para las ocasiones en que el destino del niño pudiera mostrarse -como en la resistencia en la escuela, por ejemplo, o un conjunto de síntomas raros en un año, o una obsesión con una cosa u otra. Quizás allí esté ocurriendo algo muy importante que los padres no habían advertido antes.
________________

Como explica Hillman, además de la “naturaleza” (representada en nuestros padres y su aporte genético) y la “educación” (las pautas tempranas de crianzas y todo lo que el ambiente sociocultural inculca en nosotros), existe un tercer aspecto, el alma individual, nuestro ser psíquico, que influye para que escuchemos la voz del auténtico Ser que somos y sigamos el sendero por el cual hemos de transitar para realizar nuestra vocación, camino hacia la felicidad mediante la materialización coherente, recuérdalo, de tus valores-del-Ser, talentos, pasiones y necesidades.

Piensa: ¿hasta qué punto has hecho florecer en su vida la bellota que eres en potencia?

Para entender la vocación es conveniente destinar un tiempo para revisar los sueños inconclusos, los talentos y valores no asumidos, las pasiones desterradas, tal vez por temores no afrontados.

¿Qué sueño ha permanecido en su psique y se resiste al paso erosionador del tiempo? ¿Qué sueño sigue palpitando en ti, pese a tus temores y desencantos? ¿Qué voz interior te invita a retomar tu camino perdido? ¿Qué sientes te falta por realizar en su vida?

¿Sientes que hay una discordancia entre lo que haces a diario, lo que escogiste como profesión o rol laboral, y tu sueño de toda la vida? ¿Sientes que no compagina eso que haces con tus valores? ¿Qué hay una mejor versión de ti todavía no materializada? ¿Alguna insatisfacción que late por no haber seguido el llamado de esa imagen todavía presente, ahogada en el estrés de las exigencias y avatares diarios?

La vida es para realizar la mejor versión de Sí-mismo, y gozar con la concordancia de nuestros valores, talentos, pasiones y necesidades. "Tu" imagen arquetipal agrupa estos aspectos tuyos, que piden ser escuchados. Además, que apoyemos a los demás, y en especial a nuestros hijos, en el "cultivo concertado" de "su" llamado".

Quienes no han seguido el camino de su llamado, la voz que le habla de las satisfacciones de esa "su" imagen arquetipal, se reconocen por las emociones que destilan crónicamente a diario, primas hermanas de la insatisfacción: frustración, aburrimiento, vacío, agotamiento.

No dejes que tu sueño, tu llamado, la voz interior de "tu" Ser, fallezca por falta de atención y dedicación, o por desesperanza. ¿Quién, si no tú, debes atender a lo más importante de tu vida, la realización de tu llamado, del Ser-que-Eres, de tu vocación no asumida?

Si eres un adolescente que quiere conocer su camino, o un adulto que desea reencontrarlo, o alguien que está en proceso de jubilación, siempre tendrás la oportunidad de emprender el camino para escuchar la voz de tu Ser, quien siempre te invita a seguir tu vocación, a realizar tu felicidad.

Recuerdo todavía lo vívido de las imágenes en las que se me mostraba aquello a lo que estaba llamado convertirme, de la voz que me invitaba a reconocerme en ellas, imágenes palpitantes desde mi segunda infancia, que hoy por hoy realizo y me llevan a asumir, profesionalmente, en mi quehacer psicológico, como propia la siguiente frase de Stephen Covey:

"El 8° hábito consiste en encontrar su voz e inspirar a los demás para que encuentren la suya”. Inspirarlos a que escuchen su Voz, a que encuentren su Vocación, su Ser…

Wladimir Oropeza
Psicólogo / Asesor vocacional
wladimir.oropeza@gmail.com

viernes, 4 de febrero de 2011

LA FUERZA DEL SER, LA CURA, LA ILUMINACIÓN Y LA DIRECCIÓN DE LA MENTE, ASPECTOS NECESARIOS PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD

La fuerza de ser es la que puede transformar al mundo
Grande es la necesidad de que los seres humanos se tornen conscientes de la vida interior. Es apremiante ese despertar hacia lo que cada individuo guarda dentro de sí, pues no es la fuerza de las palabras lo que puede transformar al mundo, sino la fuerza de ser. El poder de la transformación está mucho más en lo que se es en esencia que en aquello que se hace externamente.
La situación del ser humano terrestre, en general, es de tal carencia de Luz, que si la Luz le es dada, él la rechaza. No obstante, la aspiración a los planos espirituales necesita ser mayor que el deseo por el mundo, para que podamos recibir el Alimento que nos da condiciones para vivir en la Eternidad. Ese Alimento, que no nos llega a menos que lo busquemos, sólo nos es dado en la cantidad que necesitamos.
Más tarde o más temprano, todos somos colocados ante los portales de la entrega. Llegamos un día a un estado el que no hay más libros que nos instruyan, manos que nos sostengan, palabras que respondan a nuestras demandas – nada que nos satisfaga. Entonces, es hora de encontrar el “único motivo” y en él colocar la vida.
Al ver a los seres humanos moverse inconscientemente, como ciegos, ¿que pensáis hacer? Realizad en vosotros lo que os falta en perfección en el cumplimiento de la ley, para que esa perfección pueda aproximarse a vuestros hermanos.
Nada podéis hacer en lugar de ellos; sólo debéis cumplir lo que os cabe. No hay otro camino para recorrer que no sea el vuestro, y sabed que si lo asumiereis con entereza, suavizaréis el camino de todos. Cuando os desviáis de la meta para ver lo que haríais en lugar de un hermano, ponéis en peligro la claridad de vuestro propio camino.
El destino de cada individuo, a él y al Absoluto les cabe trazarlo. ¿Cómo podéis interferir en esa comunión? Aunque esa Magna Consciencia se exprese a otro ser por vuestro intermedio, no sois vosotros quienes lo estáis haciendo. Por ello, retirad de los ojos la venda de la compasión humana y lavadlos en la fuente pura de la Sabiduría Divina. Bajo el pretexto de estar atados a planos inferiores por causa de un semejante o por causa de una situación, perdisteis infinitas oportunidades de crecer en compasión espiritual. Sólo siendo lo que sois en Espíritu podréis ser por vuestros hermanos.

Extraído del libro "Hora de Curar (La Existencia Oculta)" – Trigueirinho
Editorial Kier
Páginas 74 y 75
La clave para la iluminación
La clave para la iluminación del ser humano está en la relación entre los tres niveles* de manifestación de la vida en cada ciclo. Sin embargo, no es suficiente tener conocimiento de la existencia de esos tres niveles para que le sean concedidos la sabiduría y el poder de manifestar la ley, pues ese poder y esa sabiduría provienen del contacto con su núcleo, que está más allá de esa triple manifestación de la cual es raíz.
Existe un principio que une a las partículas materiales y a la vida intangible. Ese principio, que permite la coexistencia de los mundos, debe ser encontrado por el ser humano para que, conociéndolo, pueda colaborar inteligentemente en la gran obra de la Creación. Es importante, pues, que un fervor inextinguible mueva al ser a buscarlo. Cada superación lo prepara para vivir pruebas más sutiles.
El dolor de estar inmerso en la ignorancia tiene que llegar a límites insoportables, a fin de que se olvide de todo lo que concierne a sí mismo y se transforme en un canal para la liberación de los demás. Después de alcanzar niveles más elevados, innumerables veces tendrá que ayudar a los que están aprisionados en la forma, engañados por movimientos fugaces.
Aquel que en realidad sirve al propósito evolutivo profundiza su energía en la sublimidad del cosmos, de la inteligencia y de la materia, y se enfoca en la armonía de esos tres mundos. En ese trabajo, la afinación de la consciencia debe estar acompañada del fortalecimiento y de la elevación vibratoria de los cuerpos y, de modo especial, es necesario actuar desapasionadamente, sin dejarse envolver en lo que ocurre en los niveles concretos. Es necesario, también, aprender de la espontaneidad de la Naturaleza, donde la muerte, la vida y las transformaciones son hechos comunes.

*Ellos son: forma, consciencia y esencia.
Forma: cuerpo; consciencia: alma; esencia (o vida): espíritu (Ser superior)

Extraído del libro "Nuevos Oráculos" – Trigueirinho
Editorial Kier
Páginas 104 y 105
La senda para el camino de la cura
En esta época de transición muchos seres estaban destinados a trabajar como instrumentos de cura. Sin embargo, sus elecciones los retuvieron en etapas iniciales y, por eso, no podrán actuar conforme a lo previsto. Están aquellos que persistieron; entre ellos, algunos ya están activos, como terminales de la sublime corriente anclada en los planos concretos de la esfera material. Intenso es el trabajo de Nuestra Hermandad. No hay límite de tiempo ni de espacio para Nuestra labor. La convocatoria es permanente, y por eso el estudiante no debe lamentarse por las faltas del pasado, sino avanzar con tenacidad. Los portales de Aurora se abren de par en par a aquellos que traen en sus centros el sello de la verdad. El fulgor de las esferas celestiales atrae las más bellas corrientes. El imán cósmico responde al llamado. No tengáis dudas: todo será para el Bien.
La verdad es la llama oculta en el interior de los seres. La enseñanza contiene ese fuego en sí misma y, por eso, cada uno reconoce en ella el propio camino. La cura corresponde al fortalecimiento de esa llama, y a la irradiación de su luz en los diversos niveles del ser. Por eso, el curador no se impresiona con la forma, rompe cadenas.
La ascensión es la senda de los elegidos. En una espiral flameante, el silencio latente despierta y recorre cada nivel del ser, quemando obstáculos, rompiendo velos. Es bello ver la ascensión del fuego, es bello ver la respuesta de la luz. La consciencia acoge en sí al infinito. El infinito es la pulsación de la unidad. La consciencia se integra de este modo a su Jerarquía.
Es bello ver el movimiento ascendente de los fuegos. Al actuar como curador, el ser se transforma en una hoguera ardiente, dirigida hacia el infinito.
En el servicio está la llave de la Instrucción y también el portal hacia universos más amplios. Muchos se quedan esperando estar preparados para poder servir, y no perciben que sería precisamente el servicio el que los prepararía para nuevos pasos. Nos referimos al servicio ardiente, a la abnegada entrega del ser a la evolución. Así como un arquero lanza a distancia su flecha, en la tensión flameante el servidor se lanza hacia el infinito. No hay límites para aquel que, con decisión, abrazó el llamado.

Extraído del libro "La formación de curadores" – Trigueirinho
Editorial Kier
Páginas 38, 92, 93 y 94 
La mente y el trabajo evolutivo
La mente común no tiene acceso a la vida interna. El mental colectivo de la humanidad hoy es un campo de fricción y de conflicto, donde las fuerzas involutivas están sueltas. La Jerarquía no puede descender a ese nivel porque la desarmonía es tan grande que su luz lo desintegraría.
Para que nuestra mente pueda apoyar el trabajo evolutivo es necesario cuidarla. De lo contrario, habrá una permanente división entre la mente que se rebeló, no comprendió, no concordó y resolvió actuar por su cuenta, y la Jerarquía, que trabaja en los niveles supramentales.
Una forma de incluir a la mente en el proceso de elevación espiritual que el corazón ya experimenta, consiste en estudiar asuntos sagrados. Leer la enseñanza espiritual y reflexionar sobre ella, sistematizar el conocimiento transmitido por la Jerarquía, relacionar los conceptos de varias escuelas de pensamiento espiritual, identificando lo que tienen en común y lo más elevado de cada una, son prácticas que pueden ayudar a la mente a no desviarse del camino y a no convertirse en un obstáculo para el crecimiento espiritual.
Otra posibilidad de trabajo mental consiste en acordarse constantemente del Yo Espiritual que vive en nuestro interior. Si durante el día, al realizar las tareas concretas, nos recordamos y reverenciamos a nuestro Yo Espiritual, comenzamos a establecer una conexión con él y nos abrimos para contactos aún más elevados.
También podemos recordar con frecuencia a la Jerarquía interna de la Tierra y pensar que realizará un trabajo sobre nosotros. A fin de mantener la mente ocupada con ese tema, podemos, entre otras cosas, leer o escuchar conferencias referidas a ese tema, orar y reflexionar sobre las cualidades de determinada Jerarquía que nos inspire devoción.

Extraído del libro "Trabajo Espiritual con la Mente." – Trigueirinho
Editorial Kier
Páginas 55 a 57

TRES PROCESOS DE CURA



Existen básicamente tres modos de buscar la cura. El primero usa medicamentos y cirugías, típicos de la medicina. El segundo consiste en tratarse por medio de las técnicas de la psicología, lo cual implica reconocer nuestros propios conflictos y resolverlos en el nivel mental, emocional o etérico-físico. Esos dos modos pueden ayudar, pero son realmente efectivos cuando se los emplea junto con el tercero; de lo contrario pueden ser paliativos, si no remueven la causa profunda y oculta del desequilibrio, si sólo eliminan efectos.
El tercer modo de buscar la cura, no reconocido por muchos, es conectarse con los niveles internos del propio ser y de allí recibir la energía que proporciona armonía y equilibrio. Con la voluntad y con la mente, gradualmente, vamos construyendo el puente que nos llevará a niveles profundos, donde la cura existe.

[Un] factor que dificulta la conexión con los niveles superiores es la acción egoísta, como por ejemplo, querer salud para beneficio propio [inmediato, sin atender a las causas]. Si anhelamos salud sólo para sentirnos bien, nuestra tendencia es suprimir los efectos de la enfermedad: entonces tomamos analgésicos o empleamos otros medios paliativos sin enfrentar la causa del dolor y, por lo tanto, sin resolverla. Apartamos las molestias, pero su raíz permanece escondida, aunque sólo por un tiempo. La situación es diferente cuando queremos salud para servir mejor, para ser más útiles. Es entonces cuando las fuerzas superiores del universo comienzan a actuar en nosotros y realmente nos curamos.

A medida que nos tornamos receptivos a la voluntad del yo espiritual, tomamos consciencia de la necesidad de ayudar en la cura del planeta. Si armonizamos nuestra aura, de la cual somos responsables, estamos colaborando con la armonización del aura del planeta. Hacemos eso al elevar la calidad de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, al purificar la alimentación, al procurar tener un sueño tranquilo y reparador, al organizar lo mejor posible la vida diaria. Sin embargo, a veces, el yo espiritual está listo para servir de acuerdo con la ley evolutiva, pero la personalidad no responde convenientemente a su llamado. Debido a esa resistencia, la personalidad comienza a manifestar una serie de desequilibrios: angustia, depresión, alienación, esclerosis, tumores y otras enfermedades. El sufrimiento proveniente de esos desequilibrios tiene la función de despertar a la personalidad para lo que es real y necesario.

Si nos dirigimos hacia el centro de la consciencia y nos preguntamos: ¿Cuál es mi verdadera vida? ¿Qué debo cambiar para cumplir la voluntad mayor de mi ser?, sentiremos que algo se mueve internamente.

Al preguntar a lo profundo del ser cuál es la meta de nuestra vida, conoceremos el primer paso que debemos dar; y a medida que vayamos obedeciendo las indicaciones recibidas, nos serán mostrados otros pasos. No se nos pide saltar una gran distancia de una sola vez, sino aquella distancia para la cual estamos capacitados. Así, paso a paso, vamos caminando hacia nuestro verdadero destino.
De la Serie Síntesis de Charlas de Trigueirinho
Del libro: LA VIDA SE RENUEVA
Editorial Kier