La vocación la considero como la realización de aquello que nos atrapa y direcciona en un sentido, en un llamado que pide la realización de un patrón arquetipal, vehiculizado a través de los dones de nuestro Ser, de las virtudes de nuestra alma, materializándose en la confluencia de nuestros Valores-del-Ser, nuestros talentos-fortalezas, pasión y necesidades. Por ello coincido con Platón, en que la vocación nace por un arquetipo que se manifiesta, desde nuestro Ser, en nuestra alma a través de una imagen que persiste en cada uno de nosotros, insistente, anhelante de materialización; una imagen que nos muestra una mejor versión de nosotros mismos, una versión pletórica de gozo en el que nosotros nos vemos en ejercicio de uno o varios talentos, virtudes y dones, en el placer de hacer algo significativo en consonancia con un valor-del-Ser que somos.
La vocación puede o no realizarse a través de una profesión. Como nos enseña Hillman, podemos materializarla al asumir una "manera de ser" en la vida. Pero también ocurre, en algunos casos, que el no concretarla pueda deberse a una falla en la imaginación de la mejor versión de Sí-mismo, producto de condicionamientos socioculturales, o de un ambiente familiar carente de oportunidades, o por anclarse en la visión de enrumbarse a través de profesiones tradicionales socialmente valoradas (muchos hemos escuchado frases como: "esa profesión no sirve", "eso no da real", "eso no es digno de ti", "eso de es hippies", "tienes que seguir la profesión familiar", y paremos de enumerar).
Veamos cómo explica brevemente el psicólogo James Hillman qué es la vocación, a través de la "teoría de la bellota", recogida de un mito platónico:
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SL: En "El código del alma" Ud. habla acerca de "la teoría de la bellota". ¿Qué es eso?
JH: Bueno, es más un mito que una teoría. Es el mito de Platón de que uno llega al mundo con un destino, aunque él emplea la palabra "paradigma" o arquetipo en lugar de destino. La teoría de la bellota dice que existe una imagen individual que le pertenece a tu alma.
El mismo mito puede encontrarse en la Kabbalah. Los Mormones también lo tienen. Los africanos también lo tienen. Los Hindúes y los Budistas también lo tienen de diferente manera -lo vinculan más con la reencarnación y el karma, pero aun así uno llega al mundo con un destino particular. Los indios americanos también lo tienen y muy fuerte. De modo que todas estas culturas a lo largo del mundo tienen esta comprensión básica de la existencia. Sólo la psicología americana no la tiene.
SL: En nuestra cultura tendemos a pensar en la vocación en términos de "profesión" o "carrera".
JH: Sí, pero la vocación puede referirse no sólo a maneras de hacer -esto es, trabajo- sino también a maneras de ser. Por ejemplo ser amigo. Goethe decía que su amigo Eckermann había nacido para la amistad. Aristóteles hacía de la amistad una de las grandes virtudes. En su libro sobre ética, tres o cuatro capítulos están dedicados a la amistad. En el pasado, la amistad era algo inmenso. Pero para nosotros es difícil pensar en la amistad como una vocación, porque no es una profesión.
SL: Qué implicaciones tienen sus ideas para los padres?
JH: Creo que lo que digo debiera aliviarlos enormemente y hacerlos desear prestar más atención a su hijo, este extraño que ha aterrizado en medio de ellos. En lugar de decir "Este es mi hijo" deben preguntarse "¿Quién es este niño que ocurre que es mío?" Entonces tendrán mucho más respeto por el niño y tratarán de tener abierto los ojos para las ocasiones en que el destino del niño pudiera mostrarse -como en la resistencia en la escuela, por ejemplo, o un conjunto de síntomas raros en un año, o una obsesión con una cosa u otra. Quizás allí esté ocurriendo algo muy importante que los padres no habían advertido antes.
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Como explica Hillman, además de la “naturaleza” (representada en nuestros padres y su aporte genético) y la “educación” (las pautas tempranas de crianzas y todo lo que el ambiente sociocultural inculca en nosotros), existe un tercer aspecto, el alma individual, nuestro ser psíquico, que influye para que escuchemos la voz del auténtico Ser que somos y sigamos el sendero por el cual hemos de transitar para realizar nuestra vocación, camino hacia la felicidad mediante la materialización coherente, recuérdalo, de tus valores-del-Ser, talentos, pasiones y necesidades.
Para entender la vocación es conveniente destinar un tiempo para revisar los sueños inconclusos, los talentos y valores no asumidos, las pasiones desterradas, tal vez por temores no afrontados.
¿Qué sueño ha permanecido en su psique y se resiste al paso erosionador del tiempo? ¿Qué sueño sigue palpitando en ti, pese a tus temores y desencantos? ¿Qué voz interior te invita a retomar tu camino perdido? ¿Qué sientes te falta por realizar en su vida?
¿Sientes que hay una discordancia entre lo que haces a diario, lo que escogiste como profesión o rol laboral, y tu sueño de toda la vida? ¿Sientes que no compagina eso que haces con tus valores? ¿Qué hay una mejor versión de ti todavía no materializada? ¿Alguna insatisfacción que late por no haber seguido el llamado de esa imagen todavía presente, ahogada en el estrés de las exigencias y avatares diarios?
La vida es para realizar la mejor versión de Sí-mismo, y gozar con la concordancia de nuestros valores, talentos, pasiones y necesidades. "Tu" imagen arquetipal agrupa estos aspectos tuyos, que piden ser escuchados. Además, que apoyemos a los demás, y en especial a nuestros hijos, en el "cultivo concertado" de "su" llamado".
Quienes no han seguido el camino de su llamado, la voz que le habla de las satisfacciones de esa "su" imagen arquetipal, se reconocen por las emociones que destilan crónicamente a diario, primas hermanas de la insatisfacción: frustración, aburrimiento, vacío, agotamiento.
No dejes que tu sueño, tu llamado, la voz interior de "tu" Ser, fallezca por falta de atención y dedicación, o por desesperanza. ¿Quién, si no tú, debes atender a lo más importante de tu vida, la realización de tu llamado, del Ser-que-Eres, de tu vocación no asumida?
Si eres un adolescente que quiere conocer su camino, o un adulto que desea reencontrarlo, o alguien que está en proceso de jubilación, siempre tendrás la oportunidad de emprender el camino para escuchar la voz de tu Ser, quien siempre te invita a seguir tu vocación, a realizar tu felicidad.
Recuerdo todavía lo vívido de las imágenes en las que se me mostraba aquello a lo que estaba llamado convertirme, de la voz que me invitaba a reconocerme en ellas, imágenes palpitantes desde mi segunda infancia, que hoy por hoy realizo y me llevan a asumir, profesionalmente, en mi quehacer psicológico, como propia la siguiente frase de Stephen Covey:
"El 8° hábito consiste en encontrar su voz e inspirar a los demás para que encuentren la suya”. Inspirarlos a que escuchen su Voz, a que encuentren su Vocación, su Ser…
Wladimir Oropeza
Psicólogo / Asesor vocacional
wladimir.oropeza@gmail.com